Bueno, igual es bastante pretencioso hacer un tema solo con mi opinión, pero como la verdad es que la veo tan alejada de los discursos políticos actuales, pues me he animado a dejarla plasmada en un post.
En el título digo que soy andaluz, no por quitarle mérito a mi argumento ni por creer que tengo una sensibilidad especial. Al contrario, ser andaluz me despierta a la vez simpatía por la historia de mi tierra y mis antepasados, y pena por muchos despropósitos sociales que ocurren. Y esto no es ni bueno ni malo, es como todos deberíamos ver nuestra tierra. Un lugar de respeto al pasado y a la cultura, pero que no debe anclarnos en tradicionalismos o chovinismo.
Digo que soy andaluz, pero no me considero más andaluz que nadie, ni menos andaluz que el resto. Sé que estoy siendo pesado con esto, pero es importante para mi argumento. Una región no concede poderes especiales, ni sensibilidad especial, ni inteligencia ni ética. Una planta no debe sentirse orgullosa de haber germinado en una maceta o en otra (pero eso no es razón para romper la maceta o menospreciarla).
Yendo a la cuestión catalana, para mí es lo mismo. No tiene sentido que uno sea más catalán por hablar el catalán, saberse els segadors o poner un tio cagó en Navidad. No eres menos catalán por votar al PP o sentirte español. Conceder la "catalanidad" como una suerte de bendición que solo aplica a los que piensan como tú solo tiene un resultado: dividir.
Una sociedad dividida, fragmentada, es una sociedad manipulable. Hasta Hitler sabía que con que un judío siguiera existiendo, su comunidad estaría presente: formaban una sociedad. El éxito de los manipuladores y los poderosos siempre ha sido la división. Ya lo dijo el propio Julio César: divide y vencerás. Pero no aprendemos.
La filosofía actual del separatismo es la de imponer la dictadura de la mayoría. Una dictadura que no tiene en cuenta más sensibilidad que sus propios deseos de soberanismo. Deseos impulsados por una élite que lleva años escapando de control alguno, y que busca a la fuerza nuevos mecanismos para seguir operando sin ser molestada.
La propia justificación de ese soberanismo es tan aberrante como alienada. Asumen que por ser una región rica, tienen derecho a disfrutar totalmente de lo que generan. Repito: yo soy andaluz. Soy un andaluz con estudios, un buen sueldo, buenos años cotizados y que paga sus impuestos en Madrid. ¿Por qué? Porque la industria tiene beneficios en Madrid que no dispone en Andalucia. Y por eso el trabajo está aquí, y a pesar de ser mi CCAA la que ha pagado mis estudios y la sanidad en mi infancia, es Madrid quien disfruta de los beneficios de mi adultez. Yo no soy una excepción. Hay muchos en mi situación, tanto en Madrid como en otras regiones ricas de España, incluida Cataluña.
Un movimiento que fragmenta la sociedad, la enfrenta, quiere robar a las regiones pobres y pretende imponer por la fuerza su criterio al resto, no puede ser de ninguna manera tolerado. Simplemente sugerir desde un cargo público el hecho de imponer una dictadura de la mayoría debería penarse. Una sociedad no cambia porque algunos quieran beneficiarse mucho de ese cambio, sino porque ese cambio sea positivo para el futuro de todos. Y el cambio que se pretende es, en contenido y forma, totalmente erróneo.
Y acabo mi reflexión con una reflexión. Es hira de empezar a tomarse la política como debería ser: un análisis riguroso de las posibilidades de la sociedad en base a datos, y no en base a emociones o sentimientos. Todos los conflictos importantes de la historia se han basado en emociones o sentimientos, ninguno en datos objetivos para mejorar una sociedad. Os animo a que no abanderéis el cambio sin saber con certeza qué es lo que vais a conseguir, porque sinceramente, nunca ha funcionado bien, y personalmente pienso que nunca lo hará.
Muchas gracias por leerme.