Me gustaría discutir este tema aun sabiendo que las respuestas que obtendré aquí no serán muy valiosas (ofendeos si queréis).
"¿Decís que creéis en Zaratustra? ¡Mas qué importa Zaratustra! Vosotros sois mis creyentes, mas ¡qué importan todos los creyentes!
Cuando aún no os habíais buscado a vosotros mismos me hallasteis a mí. Así sucede con todos los fieles; de ahí que la fe tenga tan poco valor.
Ahora os ordeno que me perdáis a mí y que os encontréis a vosotros; y sólo cuando todos hayáis renegado de mí, volveré entre vosotros."
Este texto de Nietzsche se puede aplicar tanto a ateos como a creyentes: la gente tiene una concepción sobre las religiones que depende de la educación que le han dado, no de su propia meditación interior. Ése es el verdadero problema de toda creencia. Lo verdaderamente malo es que las personas adquieren una posición dependiendo de lo que han visto en casa y en su ambiente y no a partir de su propia reflexión.
Otra cosa que me hace mucha gracia son las etiquetas (miento; en realidad, amargan mi existencia). "Yo soy ateo"; "Yo soy cristiano"; "Yo soy budista". Cada persona es diferente (por mucho que la democracia nos diga lo contrario) y, por lo tanto, cada uno debe tener su propia concepción de la religiosidad. Una profesora de filosofía explicó que mucha gente se había hecho budista debido a su decepción con el cristianismo y lo contaba como si eso fuera bueno. ¿Y qué? Es igual de malo que todo lo demás. Cada uno debería tener sus propias ideas, es casi imposible que una persona que se conoce a sí misma coincida con todos y cada uno de los puntos de una religión. Por ello, lo que tiene verdadero valor es la reflexión personal de cada uno más que las creencias en sí.
Yo rompo con todo gregarismo. No sigáis a un líder, cread vosotros mismos vuestras concepciones. Usad vuestro cerebro, no el de los demás. Puede que os hayan mentido.