El siervo de la gleba era un servidor que no tenía derecho a salir del lugar en donde trabajaba. Estaba, propiamente dicho, ligado a la gleba, al trozo de parcela que tenía que cultivar. Es por este motivo que, si bien no eran esclavos, tampoco eran personas libres, dado que no disponían el derecho a la libre circulación.
Pero, a su vez, esta obligación de quedarse era también un derecho. El señor feudal no podía expulsarlos de sus tierras así como así.
Ser siervo de la gleba era algo que se podía adquirir, pero no se podía rechazar. En una época convulsa como lo es la Edad Media, en donde las guerras, las epidemias y hambrunas eran el pan nuestro de cada día, no era extraño encontrar a personas de toda clase y condición tener que ir a un señor feudal y pedirle permiso para vivir ahí. El señor aceptaba, pero una vez establecido este contrato social, no había vuelta atrás. El nuevo siervo, sus hijos y los hijos de sus hijos serían siervos de la gleba para siempre.
Me imagino unas vacaciones trepidantes.... y una vida plena.