"Hay que aprender a diferenciar entre drama y tragedia. El drama es algo de consecuencias estrictamente personales y la tragedia es cuando la anécdota alcanza también categoría moral y afecta al conjunto. En un avión, que muera un pasajero anónimo y cualquiera es un drama y que muera el piloto es una tragedia; la primera muerte sólo tiene consecuencias familiares y sentimentales, y la segunda es incalculable la fatalidad que puede generar: muchas más muertes si el avión se estrella en el campo o en el mar, y ya no digamos si lo hace en el corazón de una ciudad. Hay que aprender a diferenciar entre tragedia y drama.
Lo de Japón sí ha sido una auténtica tragedia y lo de Haití hace un año fue un drama. Y no porque un japonés tenga más derecho a vivir que uno de Haití, ni porque una muerte sea más penosa que la otra, sino porque las diferencias entre la vida y la muerte son mucho más notables en Japón que en Haití, y tienen muchas más consecuencias. Las condiciones de vida en Haití son tan pésimas, y lo eran tanto antes del drama, que, efectivamente, cuesta y costaba muchas veces de distinguir entre qué es estar vivo y qué es estar muerto. Y en el caso de que tal distinción sea nítidamente posible, todavía cuesta más distinguir qué es mejor. Y qué es peor, por decirlo de un modo más exacto. Con todo el respeto y toda la ternura sea dicho: aunque la teoría dice que mientras hay vida hay esperanza, para muchas vidas desgraciadas la muerte es un alivio, dejas de sufrir y sales ganando.
En Japón, en cambio, las condiciones de vida son mucho más favorables, y mucho más notorio el contraste con la muerte. Salvo los casos personales que siempre hay que excluir de las consideraciones generales, vivir allí implica una serie de comodidades y de bienestar tales que la muerte nunca suele ser consuelo y acostumbra a ser siempre una putada. La inmensa mayoría de japoneses, como de españoles o de alemanes, de ingleses o americanos salen y salimos perdiendo cuando traspasamos. El precio de la vida en el Occidente libre es más alto que en Haití. No digo que sea justo, digo que es lo que pasa. También en eso se basa la diferencia entre tragedia y drama.
Otro elemento que cabe consignar son las múltiples aportaciones que Japón y su historia y su tradición y su potencial actual han hecho y hacen a la historia y al progreso de la Humanidad. Desde la cocina hasta la tecnología, nuestro modo de vida tiene mucho que ver con ellos y les debemos mucho. Así como en Haití todo se reduce a una cuestión de pérdidas personales, que naturalmente hay que lamentar, en Japón la tragedia va mucho más allá del drama personal y puede afectar al ritmo del progreso de la Humanidad. A parte de las muertes de seres humanos que siempre hay que llorar, ¿cuántos de estos seres humanos eran además cocineros, científicos, médicos, informáticos, ingenieros, genios de diversas disciplinas cuya muerte nos privará del fruto fundamental de su talento? ¿Cuántas vacunas se estaban a punto de descubrir en aquel laboratorio que se tragó el terremoto? ¿Cuánto avance tecnológico a punto de ser patentado se ha tragado el tsunami? También eso cuenta, y también eso diferencia la tragedia del drama.
Cuando sucedió lo de Haití, todo el mundo se hizo el solidario y el Robin Hood reclamando solidaridad, aunque como siempre, los que más gritaron son los que menos aportaron y fueron como siempre los Estados Unidos –una vez más después de tantas veces- los que verdaderamente ayudaron. En cambio, hoy, no veo esa furia solidaria por ninguna parte, como si lo que le ocurre a Japón sea menos importante, o como si por ser un país más rico y en dónde se vive mejor les hiciera menos merecedores de las ayudas internacionales. Es el viejo resentimiento social, tan pernicioso y lamentable. No se ven, ¿dónde están?, los que siempre y tanto dan. Y en cambio a Japón le debemos tanto, y nos han mejorado la vida de un modo tan sustancial, que es profundamente injusta esta casi indiferencia con que asistimos a su tragedia.
Algunos podrán decir que en tiempos de crisis la capacidad de ayudar es menor, y no es un apunte descabellado, pero también es cierto que hay una actitud de base muy diferente entre los dos escenarios. No digo que no hubiera que ayudar a Haití, pero lo que hay en juego en Japón es mucho más grave, de su pronta recuperación dependemos todos, y hay que aprender, sobre todo en tiempos de escasez, a establecer prioridades. Es fundamental que en Japón todo vuelva a la máxima normalidad posible cuanto antes. Es fundamental para los japoneses y es fundamental para la Humanidad. Las ayudas tendrían que ser masivas, automáticas y abundantes, pero el resentimiento social hizo que se mandaran vete a saber cuántos recursos a Haití y que lo de Japón todavía hoy nos lo estemos mirando desde la distancia.
Es fundamental que aprendamos a diferenciar entre tragedia y drama, entre lo que ya está perdido de antemano y lo que necesitamos para salvarnos. Es fundamental que el mundo tenga clara la diferencia entre Haití y Japón –dejando claro que cualquier muerte es lamentable- y que tengamos claro, también, cuáles son nuestras prioridades. Entre el drama de Haití y la tragedia de Japón existe la misma diferencia que entre el acuchillamiento de un ciudadano negro en Harlem y el asesinato de Martin Luther King."
Ante todo decir que este es un thread en el que se intentara debatir desde el respeto sobre que muerto del soplapollas este nos cagamos cada uno, tranquilos, hay para todos.
Las vidas son vidas, y a mi me vale exactamente lo mismo la de un cientifico japones que la de un haitiano que sobrevive como puede. Por muy circo que sea El Mundo no se como dejan que se publique esto, de verdad, no solo por el cavernicola que lo ha escrito.
RPV: Las vidas de los haitianos no valian una mierda porque ni aportaban nada al mundo ni tenian una calidad de vida decente como para diferenciar entre la vida que llevaban y la muerte y la de los japoneses hay que sentirla mucho mas, porque inventan cacharros.