Conocía de oídas a Iván Illich, principalmente por su texto "La sociedad desescolarizada". Realmente nunca lo llegué a leer porque pensaba que no me aportaría ningún punto de vista nuevo (y porque no era el momento), me imaginaba algo del estilo Paulo Freire, Bob Black, o David Graeber. Sin embargo me he topado por casualidad con "Tools for conviviency" (lo siento, lo he encontrado en inglés), y he leído lo siguiente:
Industrial innovations are costly, and managers must justify
their high cost by producing measurable proof of their superiority.
Under the rule of industrial socialism, pseudo science will have to
provide the alibi, while in market economies, appeal can be made
to a survey of consumer opinion. In any case, periodic innovations
in goods or tools foster the belief that anything new will be proven
better. This belief has become an integral part of the modern
world view. It is forgotten that whenever a society lives by this
delusion, each marketed unit generates more wants than it
satisfies. If new things are made because they are better, then the
things most people use are not quite good. New models constantly
renovate poverty. The consumer feels the lag between what he has
and what he ought to get. He believes that products can be made
measurably more valuable and allows himself to be constantly
re-educated for their consumption. The “better” replaces the
“good” as the fundamental normative concept.
In a society caught up in the race for the better, limits on
change are experienced as a threat. The commitment to the better
at any cost makes the good impossible at all costs. Failure to renew
the bill of goods frustrates the expectation of what is possible,
while renewal of the bill of goods intensifies the expectations of
unattainable progress. What people have and what they are about
to get are equally exasperating to them. Accelerating change has
become both addictive and intolerable. At this point the balance
among stability, change, and tradition has been upset; society has
lost both its roots in shared memories and its bearings for
innovation. Judgment on precedents has lost its value.
traducción en una edición mexicanaLa innovación cuesta cara; para justificar el gasto, los administradores deben probar que
es un factor de progreso. Para justificar este progreso, en una economía planificada, el
departamento de investigación y desarrollo recurre a la seudociencia; en una economía
de mercado, el departamento de ventas recurre al estudio del mercado. En cualquier
caso, la innovación periódica alimenta la misma creencia que la ha engendrado, la
ilusión de que lo nuevo es lo mejor. Esta creencia se ha convertido en parte integrante
de la mentalidad moderna. Se olvida únicamente que cada vez que una sociedad
industrial se alimenta de esta ilusión, cada nueva unidad lanzada al mercado crea más
necesidades de las que satisface. Si lo que es nuevo es mejor, lo que es viejo no es tan
bueno; la suerte de la humanidad, en su aplastante mayoría, es entonces bastante mala.
El modelo nuevo produce una nueva pobreza. El consumidor, el usuario, se resiente
duramente de la distancia que hay entre lo que tiene y lo que sería mejor tener. Mide el
valor de un producto por su novedad, y se presta a una educación permanente en vista
del consumo y del uso de la innovación. Nada escapa a lo obsoleto, ni siquiera los
conceptos. La lógica de `siempre mejor' reemplaza la del bien la cambia por la del
valor; este tema Illich lo desarrolla unos años más tarde como elemento estructurante de
la acción.
Una sociedad empeñada en la carrera hacia el mayor bienestar, siente como una
amenaza la mera idea de cualquier limitación del progreso. Entonces el individuo que
no cambia los objetos conoce el rencor del fracaso y quien los cambia descubre el
vértigo de la falta. Lo que tiene le repugna, lo que desea tener le enferma. El cambio
acelerado produce en él los mismos efectos que la habituación de una droga: ensaya,
comienza de nuevo, está atado, está enfermo, algo le falta. La dialéctica de la historia se
rompe.
Y esto me ha sorprendido porque se puede entender como una defensa al tradicionalismo. Total, he tenido que buscar en Google una biografía de este señor y 1) se han confirmado las sospechas que tenía de los enlaces entre Illich y el anarquismo, y 2) me he sorprendido porque este señor era, de hecho, católico.
Llevo bastante tiempo tratando de reconciliar mis ideales ácratas y tradicionales. Siempre he visto cierta compatibilidad, aunque es cierto que se complica con ciertos temas centrales, como por ejemplo el de la autoridad. En resumidas cuentas, creo en la existencia de una base moral verdadera y absoluta. Creo que la actitud cristiana respecto a la vida humana es la correcta. En concreto, creo que todo está explicado en las Sagradas Escrituras, y que la interpretación católica es la acertada (principalmente porque fue Jesús quien fundó la Iglesia)*. Y aquí el problema: asumir esto conlleva aceptar la existencia de Dios y su autoridad. Ahora bien, ¿y si me puedo permitir esa excepción? Al fin y al cabo, estamos hablando de Dios...
*Algunos dirán que la interpretación que esta hace de la Biblia ha ido cambiando con el tiempo. Y tendrán razón. Soy el primero que reconoce la existencia de cuestiones abiertas en mi razonamiento, no pretendo saberlo todo. Otros dirán que realmente uno no puede sostener dichas ideas y ser anarquista, haciendo alusión al individualismo relativista: cada uno tiene sus preferencias y su base moral propia. Sin embargo yo les diré que es un gran error pensar así, porque el anarquismo es un concepto de comunidad. Si hubiese nacido y crecido en Siria, o en Afganistán, probablemente no tendría esa visión del catolicismo. Y me parece perfecto y así debería ser. Lo cierto es que he nacido y crecido en España, y si me sirves un plato de paella con chorizo, te diré que eso no es paella, como cuando un chino nos dice que el "arroz tres delicias" no es comida china.