Con 16 largos años de vida, 'Sira' apenas si podía ya caminar. «Incluso la tenían que bajar en brazos a hacer sus cosas a la calle». Por eso ayer el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA) consideraba imposible que el pasado día 12 esta perra fuera capaz de trepar hasta la ventana para lanzarse al vacío desde un segundo piso del grupo Zazpilanda, en el bilbaíno barrio de Zorroza. Si a eso se le suma la declaración de un vecino que asegura haberla visto caer mientras su dueña se escondía en el mirador, para la portavoz de esta formación, Antonia Esteban, no hay lugar a la duda: J. A. la arrojó al suelo provocando su muerte, ya que el veterinario tuvo que ponerle una inyección dada la gravedad de las lesiones sufridas. De ahí que, tras presentar la pertinente denuncia por un presunto delito de maltrato animal con resultado de muerte ante el Juzgado de Guardia de Barakaldo, Esteban exigiese que se aplique a la acusada el Código Penal que, en su artículo 337, contempla penas de prisión «de tres meses a un año».
«Yo vivo en el primero y estaba en la cocina cuando vi precipitarse a la perrita», recordaba ayer S.V.P. Se asomó a la ventana y vio a su vecina esconderse. «Empecé a increparla por cometer una acción tan cruel como tirar al pobre animal, pero ella me respondió que no había hecho nada y se metió dentro de su casa». Sin pensárselo dos veces, se lanzó a la calle para intentar atender al can, de raza mestiza y color negro. «Pero estaba muy mal, con la columna destrozada, continuas convulsiones y sin parar de aullar».
Impotente, alertó de lo ocurrido a la Policía Municipal y a la Ertzaintza mientras colocaba a 'Sira' sobre un corcho y la tapaba con lo que encontró «porque estaba lloviendo». Según sus palabras, permaneció junto a ella cerca de una hora, hasta que llegó su dueño, J. M. I. -que reside junto a la denunciada- y la llevaron a una clínica veterinaria.
«Amenazó con hacerlo»
«Vino agonizando, la única solución que vimos fue ponerle una inyección letal para evitarle un mayor sufrimiento», reconocían desde el centro. Según el vecino, el propietario de la perra - «realmente era de su hija», puntualiza- no paraba de lamentarse. «Me aseguró que esta mujer ya le había amenazado el día anterior con que, si no se la llevaba, la tiraría por la ventana, algo que le repitió esa misma mañana». Otra residente también en el segundo piso del edificio confirmaba esta versión. «Le dijo que lo haría en cuanto se fuese a trabajar», aseguró.
Desde PACMA subrayaron que las características del siniestro evidencian «que hubo premeditación». Su portavoz explicaba ayer que el cuerpo del animal no había caído justo debajo de la ventana. «Estaba a varios metros de distancia y en diagonal, lo que es síntoma de que fue lanzada y que no se precipitó por casualidad», recriminó.
Antonia Esteban insistió ayer en la necesidad de que los autores de este tipo de actos «tan crueles» sean castigados «con todo el peso de la ley». «Los jueces tienen que empezar a legislar y a aplicar el Código Penal en todos sus términos, también en lo referente a los derechos de los animales porque la gente se piensa que es gratuito hacer cualquier barbaridad con la vida de un ser indefenso», criticó.
Ojalá pudiese pegar una paliza a este tipo de gente hasta romperle todos los huesos.