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Llevaba algún tiempo comentándolo. Les aseguraba a sus hijos que su esposa estaba cada vez peor y que a él le iban fallando las fuerzas. Tenía 89 años. La sospecha de que algo trágico podía suceder llevó a Rafael, Roberto y Eduardo, los tres hijos del matrimonio compuesto por María Josefa R., de 80 años, y Rafael Luis V., a vigilar de cerca a sus padres, que vivían en un piso de la calle Fernando Vela, en Pumarín, desde hacía medio siglo.
«No había día que no vinieran ellos o sus nueras», comentaban ayer sus vecinos. Pero esa atención no impidió que Rafael Luis V. se armase de valor el pasado miércoles y estrangulase a su esposa, enferma de alzheimer desde hacía años. Al parecer, lo tenía todo premeditado. Aprovechó que la mujer descansaba en el salón, en su silla de ruedas, y la estranguló con la ayuda de un pañuelo. La última de sus voluntades requería su propia muerte. Y Rafael Luis V. no lo dudó. Se fue al dormitorio y con la ayuda de una cuerda, no demasiado gruesa, se colgó de la bisagra del armario. Minutos después moría ahorcado. Eran en torno a las dos y media de la tarde cuando el mediano de sus tres hijos, Roberto, llegaba al domicilio de sus padres, el quinto del número 2 de la calle Fernando Vela.
Al parecer, según comentaban ayer los vecinos, fue él quien descubrió a sus padres ya sin vida. La llegada de Roberto V. no fue casual. «Dicen que antes avisó a sus hermanos diciéndoles que nadie contestaba al teléfono», lo que le puso en la peor de las sospechas, aseguraba ayer una conocida de la familia.
A las tres menos veinte de la tarde, la sala del 091 recibía una llamada en la que un hombre alertaba de que en el número 2 de la calle Fernando Vela había sucedido «algo muy grave». Agentes de la Policía Nacional y una uvi se dirigieron al lugar indicado. En el quinto A encontraron los cadáveres del matrimonio. Y algo más. Rafael Luis V., quien desde hacía meses había comentado en más de una ocasión la difícil situación de ánimo que atravesaba al comprobar la mella que los años habían hecho en él y en su mujer, había dejado dos cartas manuscritas antes de morir. Una iba dirigida a sus tres hijos; la otra, al juez.
En ambas misivas, según ha podido saber este periódico, el fallecido se autoinculpa de todo lo sucedido. Es en la despedida a sus hijos en la que Rafael Luis V. dicta en su carta: «Hijos, os pido perdón. Fue todo culpa mía». También en el documento manuscrito que Rafael Luis V. dejó para el juez, el fallecido insiste en que la culpa de lo ocurrido sólo fue suya. En ambas misivas, Rafael Luis V. aporta lo que podía ser la causa que le motivó a tan trágico fin: la situación era insostenible y, desde hacía algún tiempo, lo superaba. Quizás el anciano se creía una carga para su familia y decidió acabar con su vida y con la de su esposa, de la que según comentaban ayer algunas de sus vecinas «había sufrido un derrame hacía unos años, pero aún caminaba algo; de hecho, él la llevaba a pasear siempre que hacía bueno».
Respecto al estado de salud de su esposo, un conocido comerciante de la zona aseguraba ayer que «él tenía mucho mejor aspecto. Siempre iba bien vestido y no dudaba al andar..., ella, aún siendo más joven, aparentaba la pobre más edad». La mujer, recordaba, «siempre iba de su brazo o en silla de ruedas, ignoro si tenía o no alzheimer pero siempre se quejaba de los huesos y era una persona muy frágil». El vecindario continuaba ayer consternado por todo lo ocurrido. En el portal del edificio en el que vivía el matrimonio una escueta esquela informaba de la muerte de María Josefa R. y Rafael Luis V. Tras el levantamiento de los cadáveres, el pasado miércoles, el matrimonio era trasladado en una funeraria al Hospital Central donde, al parecer, se les practicó la autopsia. Con la mayor discreción, la pareja fue conducida ayer al tanatorio Ciudad de Oviedo, al menos así lo confirmaron fuentes de estas dependencias. Por la tarde, añadieron, estaba prevista su incineración en el tanatorio de San Salvador. El funeral por el matrimonio, según las mismas fuentes, está previsto que se celebre hoy en el cementerio del San Salvador.
(http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1489&pIdSeccion=31&pIdNoticia=473694)