Falta mucha formación política, se han cargado la filosofía de los planes de estudio y eso se nota en que cada vez hay menos espíritu crítico. A eso hay que sumar que se han sustituido los libros y los antiguos periódicos en papel por las RRSS: la gente va al titular, a lo viral, al clickbait, a la inmediatez.
En España nos han tangado con el estado del bienestar, jamás hemos alcanzado los niveles de Francia o Alemania. Las políticas de izquierdas del PSOE han sido sobre todo de gestos (matrimonio homosexual, viogen) que no han implicado partidas presupuestarias importantes. La corrupción, por otro lado, no es de ahora: viene de largo en este país, de hace siglos (ya lo decía Góngora: "Todo se vende este día, todo el dinero lo iguala: la Corte vende su gala, la guerra su valentía. Hasta la sabiduría vende la Universidad. Verdad"). Así desde Felipe González.
Luego estaba el PCE de Carrillo, que en aquella época sólo era para muy concienciados, y con sus peros, por que el invento del Eurocomunismo sentó fatal a los comunistas que no habían vivido el exilio dorado de esta gente, que las pasaron muy putas, y se sintieron traicionados. A Anguita se le ha reconocido mucho después, mientras estuvo a la cabeza de IU, con su "programa, programa, programa", los socialistas le acusaron de hacer pinza con el PP. Entre sus propios votantes se estaba más por la realpolitik que por mantener la integridad y los valores.
Y el PP hacía lo que se esperaba de él. Para alguien de izquierda, como yo, pues sí, me cabreaba, pero me cabreaba más lo que hacía el PSOE, la UGT y CCOO (hola caso PSV, y gracias a los dos por firmar los Pactos de la Moncloa).