Por un lado la culpa es del consumidor, que acaba tragando, pero el mercado tampoco es un santo, ya que te hacen el juego de la rana en la cazuela, y al igual que a ésta le iban subiendo la temperatura del agua poco a poco para que no reaccionara, con los juegos pasa igual.
Que si lo que antes conseguías pasándote el juego, ahora te lo meto como añadido de pago; que si lo que antes era una expansión de 30€ ahora te lo parto en 8 DLC's de 10€; que si ahora te vendo los juegos por temporadas o capítulos en plan serie de televisión... muchos se han dado cuenta desde el minuto 1, pero la inmensa mayoría ha tragado sin más por el "bleh, de todas formas quiero jugarlo", y hemos llegado hasta donde estamos ahora.
Se puede recular, claro que sí, pero tendríamos que poner de acuerdo a toda la comunidad de jugadores advirtiendo por redes sociales a las compañías de nuestra negativa en masa a comprar su próximo videojuego si aparece con micropagos, a trozos (pases de temporada preanunciados con DLC's planeados a escasos meses de su salida), bugeado hasta la nausea o si apunta a que no será lo que nos han prometido en un principio. Y sobre ésto último, no sé vosotros, pero hay downgrades que cantan a kilómetros cuando comparas el producto final a sus presentaciones 4 o 5 años antes.
Lo que a éstos les toca la patatita es la cartera y la respuesta de sus inversores ante una posible espantada del grueso de potenciales clientes, así que, lo dicho: la última palabra la tenemos nosotros, sólo hay que conseguir lo imposible, que es organizarnos.