Exprésate: rincón donde tú escribes

YaZzMaN

Cuando somos pequeños creemos que seremos felices cuando cumplamos los 18 años, cuando cumplimos los 18 años creemos que seremos felices cuando vayamos a la universidad, cuando terminamos la universidad creemos que seremos felices cuando encontremos un trabajo, cuando encontramos un trabajo creemos que seremos felices cuando creemos una familia. Y de tanto creer, se nos olvida ser felices día a día.

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Pandora_6

Sin edad

Acostumbrarme,
es morir un poco.
Si me alejo, él se aleja.
Si me acerco a ti, no cambia nada.
Nada hay,
la habitación está intacta
salvo esa masa informe
que late
salvajemente.

1
G

El mar que veo ahora es una pátina de plata líquida. Las nubes mienten y sueño con una mujer, una
que no es la misma. Quiero hacer un viaje largo, llevarme una hoguera movil en el pecho, hacer un ademán tranquilo al cruzar la rabia, dolerme, ciego, sordo e incapacitado cuando levante el velo que cubre las instancias más puras de la miseria.

Pero es sencillo. El viento del desierto muerde, estamos siendo limados por la muerte. Caras adustas trasiegan Whisky y nadie gusta de ello; pero estar sobrio, es estar descongelándose. El Sheriff ha vuelto de sus vacaciones, se ha traido incluso a su mujer lo que quiere decir que se va a construir un hogar, incluso, para tomarse el prurito de darme caza. Tambien vuelven cinco o seis cabezas de turco, saltadores de camino, hombres de gatillo llorón. Así que desde ese mismo lunes, semana de sol candente, empiezo a limar las balas y a temer, desde el martes tendré que afrontar viejas reivindicaciones, pesadas ofensas y soportar los lazos siempre falsos de la justicia.

Quisiera darme un espacio largo para melancolizar. Quisiera tener más tiempo para derretir a la mujer que amo en mis brazos, pero, de momento tengo que seguir tirándole a la diana porque voy a mantener serias dialecticas y el requisito básico para vivir, y vivir y amar de verdad, es tener unas sesenta pulsaciones, minimas, por minuto, lo cual no podré garantizar con ocho clavos de winchester repartidos por el bellaco cuerpo.

Tiene razón el reverendo cuando dice que lo más triste del humanismo es vivir en un mundo sin Dios. O de tener un país basado en dioses que no lo son. Dios elige a quien ama, y por eso algunas veces las pistolas se encasquillan o un hombre bien balaceado se levanta y tiene cinco hijos altos como cañas de Arizona. Por eso algunos mueren por una bota suelta.

Yo creo que no he sido uno de los predilectos. He pecado en todas las formas posibles y he diluido el peso de la conciencia en jarras cargadas de alcohol. Pero conocí a una mujer que hacia las preguntas que yo necesitaba oir, se ponía a hablar, empezaba a hablar y soltaba todo su cerebro encima tuya, te lo daba y tambien iba cortándose pedazos de corazón, como para hacerte algo, algo que de tan inesperado parecía irreal, falseado.

Pero, si para estar con la mujer de tu vida has de pagar los peajes, los impuestos, prever las perdidas y soportar robos y humillaciones, sólo para que te reste medio dia a la semana de paz en el que puedas sentarte en el porche con una buena limonada y tu mujer en el regazo y decir, ha valido la pena, el sudor y el miedo porque ahora mismo estoy dónde siempre deseé.

Nada de esto queda hoy. Ni la limonada.

La banda de trampilleros alcanza a tu mujer y la confunden con sofismas, la enredan con promesas y la amordazan con falsas expresiones de amor, hubiera sido preferible disparos al aire, pero, cuando a Job le quitaron todo, seguro que estaba dando lo mejor de sí mismo.

El sheriff viene tranquilo, de tan tranquilo, ni la ley se trae. Bueno muchacho, hemos leido los libros que Kafka escribirá y ya sabes que aqui de racional y lógicos tenemos poco, nos movemos por tiros de misterio y crueldad, las cosas salen así, las sentimos cuando nos llegan y las interpretamos a través de los filtros de ignorancia, odio e impiedad de nuestro corazón.

En resumen, el sherrif se descuelga un doble cañon del hombro y lo acciona partiendome por la mitad mientras el humo y la polvora y la sangre y los huesos astillados y las tripas y los recuerdos se mezclan en una dimensión que nadie verá.

Amar es esto, pienso justo antes de perderlo todo, amar es esto. Ser castigado.

Y entonces el sherrif dice algo de una solicitud de divorcio.

2
G

No es un buen hombre, ni falta que le hace.

Le iban a disparar pero ya estaba muerto y en los ojos de Henry emergió la duda. Un bálsamo de aceite para los huesos cansados, la ciudad atravesada por un palillo y servida en un Martini, nada más hortera que la urbanidad. Como un viajero en el tiempo Amadeo oteó la evolución del calzoncillo al tanga para hombres y comenzó a prologar un ensayo sobre el "Creciente e imparable desplazamiento del alma sensitiva hacia las zonas genitales".

Imaginemos a un hombre adusto y taimado, lacónico y barbudo, luchando, supongamos, en las escaramuzas de la guerra civil americana. Imaginémoslo capitaneando a sus hermanos de refriega y saltando colina abajo con la bayoneta calada mientras una bateria de cañones le busca el pecho, salva tras salva. Imaginemos a su mujer, rubia y espigada, rezando en su inmenso hogar mientras sus retoños pacen por las praderas. La verdad es un sueño nubil.

Luego, a través de la pigmentación del tiempo, pues no hemos de olvidar que el ahora es una participación no esporádica del perpetuo ayer, un hombre, un urbanita flaco y alienado sale a la calle un día, pensando que es un don nadie y de pronto en sus genes, o en el reveso paciente de su espiritu una voz gime como el bramido de un dragón y ese jovencito es movido a cambiar el mundo, empezando, supongamos, por la limpieza del felpudo de su casa. Porque las cosas no deben ir mal siempre, es preciso reconstruir.

Henry es un sicario. ¿Alguno se pregunta como se llega a sicario? Es fácil. Henry podría haber descubierto la particula God o haber periclitado un sistema filosófico de rancio abolengo, haber compuesto una épica sonata o incluso haber amado a una mujer haciendola creer en lo divino. Pero Henry, que a veces escribía poesia, pues toda alma necesita una evacuación, se limitó a ejecutar personas y a llevarlo a cabo sin ningun tipo de convicción ni entramado moral. Iba, esperaba, ejecutaba y cobrabra.

Henry no tenía nada que ver con el jovén que decide cambiar su vida o con el viril sargento de infantería bragado. Henry no era un buen hombre. Pero era guapo, muy guapo, y siempre tenía el detalle de dejar sentar a las ancianas en el bus, porque no utilizaba automovil, estaba concienciado con la contaminación.

Así que Henry esperó a la luna opaca y leyó el dossier con sus gafas viejas, astilladas. Siempre mataba a sus encargos con machete. Es dificil conseguir un arma y un silenciador. Es mejor aprovechar un fisíco bestial y acometerles por la espalda asestando un machetazo en el cogote, nadie sobrevive a eso.

Amadeo, por contra, era un ser vil y despreciable; no es que Henry no lo fuera pero en una ronda de reconocimiento todos sospecharían de Amadeo, pues la depravación de su espiritu se había extendido tanto que ya plagaba sus facciones. Amadeo no aportaría nunca nada bueno y si siguieramos los postulados del darwinismo social y de lo mejor para los mejores o las leyes de los más fuertes, Amadeo sólo hallaría protección en los brazos débiles de la fe cristiana.

Henry era un asiduo lector de la sagradas escrituras y se le podía considerar un exegeta, aún siendo aficionado, de un rigor encomiable y una sabiduria práctica poco frecuente. Claro está no un practicante, pero como teologo podria disertar ampliamente de las hipóstasis. Esa misma tarde había leido de la lapidación de Esteban. Aquel que vio los cielos abiertos y pidió conmiseración para con sus verdugos.

Entonces, allí, en el callejón más sordido del mundo, donde Amadeo violaba a una niña cada martes, apareció Henry con el machete oscilante. Amadeo era un hombre rico y nunca iba a ninguna parte sin escolta. De las sombras se escapó un ruido que afirma que una pistola estaba involucrada. Amadeo ni se preocupó por Henry de tan confiado que estaba y dos pistoleros cerraron la unica vía del callejón.

Ellos sí tenian silenciadores. La niña amordazada tampoco emitía grandes ruidos. Todo estaba hecho, el mal estaba allí. Y entonces, mientras las balas le fueron cayendo sobre el torso, las piernas y la cara Henry imaginó que era uno de los primeros creyentes y que predicaba el Evangelio. Pero allí no hubo cielos abiertos.

No pudieron matarlo porque ya estaba muerto y cuando la duda del teológo se dirimió o se colocó como una aceituna urbana en la vida triste del martini, allí, cuando los infiernos reclamaban a su inquilino, Henry, que tenía nombre de rey, dijo, he aquí solo una cosa sé.

Y entonces la niña se convirtió en mujer.

B

No entiendo por qué todo el mundo piensa que un "pero" no puede ir precedido de una coma. Por ejemplo: Eduardo caminaba rápidamente hacia el parque, pero entonces cayó en la cuenta de que había olvidado su cartera y regresó a casa. ¿Por qué la mayoría de la gente no escribiría la coma antes del "pero"? Para mí constituye un misterio incognoscible.

B

Ohhh Shit !

spoiler
2
B

Lucero del Alba

Y ahí estás, delante mía. Sentado en un pequeño trono de ébano, con una pose calmada, mientras bebes vino tinto. Un caballero de largo cabello rubio, trajeado de blanco con camisa roja, y corbata negra, acompañado de una mujer vestida de gris. El rostro de ella es tapado por un velo negro. La joven permanece erguida a tu lado, mientras coges otra postura más seria, juntas las manos y me miras detenidamente.

Estoy completamente seguro que no iré al cielo. He mentido, he peleado, me he emborrachado, he robado, he cometido toda clase de pecados sólo por pura diversión. He tenido pensamientos impuros con todo lo que ha venido a mis ojos, he peleado sólo por puro orgullo, he sido un completo vago, malhablado y desdichado en todo aquello que he intentado y he dejado de hacer.

Y vienes a ver a mí. A un pringado, a un perdedor, a un completo cretino cuya mayor aspiración ahora es pillar algún momento para quedarse rascándose los huevos en casa. Vienes a ver a un tío en su momento más bajo, un tipo que no es feliz porque todos los demás lo son sin él, un tipo que ha deseado lo peor incluso a sus mejores amigos. Has venido a ver a un cobarde, a un tipo que jamás sería capaz de defender a nadie, pero es muy probable que acuse a todos los demás de sus errorres. Y, pese a todo esto, vienes a verme.

Tampoco es me desagrade tu oferta, es que sólo me resulta absurda. Es decir, ¿Que sentido tiene? ¿Acaso merece la pena todo lo que me ofreces, si después de todo te harás conmigo? Podría elegir cualquier cosa: podría elegir riqueza, fama, poder. Podría obtener el respeto que siempre he soñado, que todas aquellas mujeres que siempre he soñado fuesen mías, podría simplemente cambiar el orden social a mi antojo. Conocimiento absoluto, experiencias únicas o simplemente un coche de puta madre. Todo podría ser mío, desde el más simple de los almuerzos hasta el más exquisitos de los manjares. Todo a cambio de ser tuyo un poco antes de tiempo.

Y lo único que deseo es algo que ni siquiera tú has obtenido. ¿Qué tal se siente ser un rechazado? Cuando los tuyos te abandonaron, te dejaron a tu suerte sólo por cuestionar algo tan simple. Y tú sólo te empeñaste en hacer todo el trabajo sucio. Podías haberte negado, pero lo hiciste. Sólo aceptaste lo que te ofrecieron, atormentar a todo aquellos que caen en tus manos. Aquellos que caen no por tus designios, sino por las órdenes de otros. Y, pese a todo ello, aceptaste. Y continuaste haciendo tu trabajo.

¿Eso te hace realmente feliz? ¿Es esto lo que ansiabas desde un principio? Tengo la absoluta certeza que no, que deseas tener una vida tranquila, alejado de los desmanes de este mundo que sufrimos, alejado de todo el mundo, ajeno a lo demás. Estoy completamente convencido que, bajo toda esa capa de caos, libertad absoluta, corrupción y libertinaje, hay un ser que sólo desea estar tranquilo, leyendo alguna obra, o simplemente conociendo un poco más sobre el mundo. Estoy muy seguro que eso te haría feliz.

Asique no te pido nada, y si he de pedirte algo a cambio es eso mismo. Ser feliz. Ser capaz de echar la vista atrás y aceptar con orgullo la vida que he tenido, y, al mirar hacia adelante, saber que lo que me queda de vida será algo emocionante.

Aunque mi alma sea torturada por la eternidad sólo por tu diversión, Lucifer.

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Pandora_6

(Prueba desechable. Sujeta a vaivanes neuronales)

Desconexiones aparentes

Mis párpados se estremecen, no quieren mirar el mundo.

Entonces tú apareces en un amanecer con olor a salitre y leña.

Doscientos pasos como medida inexacta hasta tus manos.

Desde tu risa hasta tus pestañas como un ángel me veo en ti.

Tus labios se equivocan y cobran al alza en números rojos.

Camino desnuda entre tus cabellos y tus pensamientos dibujan olas sobre mi cuerpo.

El otoño deshojando monstruos bajo las sábanas negras del olvido.

En el epicentro del "sí" y el "no" tambaleas mi mundo hasta los cimientos.

Con otras manos doy marcha atrás hacia el precipicio.

Es el fin del mundo: las margaritas se arrancan los pétalos buscando respuestas del sol.

Los ojos abiertos de la conciencia contemplan la devastadora fuerza de la verdad. Mientras el amor palpita en cualquier esquina.

(…)

3
C
alguien se anima a reescribir esto? si lo hace alguien lo hago yo
1 respuesta
Turamb0

#519 ¿ángeles y demonios?

1 respuesta
C

#520 no, me refiero a cambiar los nombres y las cosas por otras inventadas
para crear una nueva super-saga con el mismo patron

la putada es convencer a john williams de que haga la banda sonora

1
B

Posiblemente pocos den vida a estas palabras. A esta enfermedad. Enfermedades propicias para los angeles, obstaculos que dan y quitan vida, que te hacen volar y crecer
envuelto en llamas. Como un fenix.
Debo hablar sobre los angeles. Siento que, debo de hacerlo.
Semidioses ante todo. Con la espada de Damocles bajo el brazo.
Poderosos. Capaces de sanarse, de sanar y de matar y de dar vida con tan solo dar un paso.

Justicia matematica.

Soy una mujer muy callada. Tengo miedo a vaciarme.
Me vacio, con cada letra, con cada sílaba.
Me vacio, aunque me lleno de tristeza.
Y de verguenza.
Y me escondo
Y vuelvo al ser.
Y quiero volver a ser,
Volver a ser aire.

Linea directa a las estrellas, musas de Dalí.

1
Pandora_6

Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal.
-Madre Teresa de Calcuta-

Una antigua luz

Yo he visto tu corazón arder
en llamas y resurgir después
de entre las cenizas
de tu Ave Fénix.

Es la sencillez
de tus manos, la blancura
de tu voz y el verde
rostro de tu entrega.

Perséfone no puede morir; el pájaro
vela siempre por la danza de sus cabellos
acariciando la marchitez de las horas,
el espíritu valiente de los
condenados.

Se oye el mar, son las olas
que despedazan
al amenazante faro de la
desesperación.

Es una antigua luz,
un nuevo brillo en la mirada.

1
B

Soy una mujer no soy un tio.
No soy un juguete. No soy un coño. No soy una fregona.
Tengo los mismos derechos que el hombre. Pero no soy igual que un hombre.
No por eso soy mejor; no por eso soy peor.
Yo soy la noche, y él es el dia.
Tan distintos, tan semejantes y tan necesarios,
tanto el uno como el otro.

1
Raijin

Farolas. Luces blancuzcas, lunas pequeñas para un cielo sin estrellas. Rascacielos. Luces naranjas tras ventanas vacías, vidas sin historia ni memoria y la hora ya tardaba en irse a la cama. En la calle se veía lluvia arrimando sus gotas contra el suelo y se estrellaba, suicida. Formaba charcos que en pocas horas, niñas inocentes pisarían con mochilas a sus espaldas e ilusiones entre las patas. Ahora bajo las mil y una lunas de las azules farolas, el ambiente era diferente.

Las caminantes llevaban tacones, un cigarrillo en la boca y otra cosa entre las patas. Las putas, bajo parpados que tal edificios rascan cielos, con sus ojos rojizos de manzanas de cristal en vena y blancas nieves entre sus melenas, se llaman princesas para recordar aquella época en la que soportar eran mochilas en la espalda y no pollas en su falda. Miradas ausentes, Alicias en países de pesadillas presentes, entes con frases indecentes y entre esa fauna, un caminante. La lluvia no le toca. No le moja. Camina sin miedo con una chaqueta seca de los años treinta. Pasada de moda, pero qué importa. En esos barrios ya no existe época, sólo melancolía impresa. Y presa la puta se despelleja de la poca ropa que le queda complaciendo aquel hombre al que la lluvia nunca toca.

1
G

Heraclito Blues Bar, Baby.

Ay como el fuego, que yo te quiero
con un euro en la oreja oigo tañer flores percute
mercados vomitados
ay como el fuego subiendo la montaña
en la ranura de la vida
haciendo piscolabis
te piso el aura y lamo tus pezones
pienso en la metamorfosis lenta de tu pena y tu cisne bobo
cantando la polka de las ratas exacerbadas
es así triste y letal como estar sano y morir
Ay como el fuego, que yo te quiero
en la sombra del tiempo en el calor de lecho
del tálamo
que te amo, como la cáscara del platano.
Inmanente, como pegarte y suplicar que te perdones
trasciendo por las calles de tus cejas y le meo al iris de tu boca
lanzo los pelos de tu alma al rescate y cuando los
tontos nos saludan yo le pongo una bomba al alcalde
pienso en los lentos sabios esmerilados
pienso en que lo sé todo y en que no puedo saber más
que estoy repleto y estallado de información y que
la espada presta
de doble filo
partirá mis tuétanos abortará mis fuerzas
Ay como el fuego, que yo te quiero, amor, subiéndome las piernas
mordiéndome entre ellas
que yo te quiero
como El, como el fuego. Y entonces, cuando lo tengo todo bien pensando
llegas tu como una llamarada y tu pubis despidiéndose
y me dices que estoy anquilosado
que he muerto de verdad
que he vivido de las rentas del pensamiento
y que la realidad ha cambiado su ambiente
que ahora
el fuego
es un tenedor de plástico.
Y entonces, como te quiero, como el fuego
ques tu arjé que es tu pena
que es tu coño
pienso
otra vez, que vengo a tu casamiento
a partirme la camisa
a partirme la cabeza
que es la única que tengo

Por ahí, por el vapor rancio, por la niebla que es vana
por el corazón molido, viviendo de boca a fuera con el corazón primigenio
a ahorcajadas en el alma, cagándome vivo
de todo, inmolado y santiguado, haciéndote el amor
incluso cuando estamos castos, cuando somos ebrios.
Te quiero, te quiero como el fuego
ay como el fuego que yo me
muero.
Ay, como el fuego.

13 días después
G

Como aquellos días de gloriosa invalidez.

A mi viejo se le ha recrudecido el trastorno y no puede diferenciar sus pensamientos
Me cuesta distinguir a mi cuando ululan las palomas y cuando es mi vecina de abajo gimiendo orgasmatica
Tengo el mono si me fumo un cigarro se arma la de San Jorge y los dragones
Va pasando el tiempo como un vendedor de panes y las cosas se depositan en lugaresHuecos como álbumes y yo me rio porque reírse es la ultima ratio del atribulado
Me derramo lentamente desde mis escrotos apostando que nada ni nada nos hará subir.
El pobre viejo no puede ya ni conducir, esquizoide se distrae y le da miedo hacer cosas
Eso da pena
El nuevo novio de mi vecina de abajo se hace pasar por un bebe y ella le mima yo creo haberlo hecho también con mi novia pero visto así da bastante pena
Mi novia se deprime algunos días.
Yo tengo una bici vieja de carreras, la utilizo para bajar desde casa de mi novia en el sobradillo alto hasta los bloques de hacinamiento.
Es curiosa la felicidad que nos procuramos aquí abajo, un lento agonizar con edulcorantes y ansiolíticos
Es poca la fuerza de un hombre, Señor, es poca su valía
Y rara vez llegamos a pasar a algo, a una instancia superior, a ser un bizcochon
Comeme, quiero que lo disfrutes me dice ella y yo me abato
Como si fuera King Kong arriba, un verdadero intelectual abigarrado
Fumando sin fumar porque mi novia no quiere que fume
Atribulado en la cima del Empire, oteando las hormigas y sus afanes
Y eso es todo lo que yo puedo hacer por mi y por la vasta Nación que me circunda
Tomarme un maldito Té rojo y teclear un poemita verdeoscuro
Esa es toda mi fuerza, Señor,
Y la de mi padre pensándote abstraído oyendo como le llaman las cucharas de la loza
Y mi novia, rompiendo los cigarros
No permitas que mi bicicleta vieja se desbarate
No permitas que mi humanidad sea esta: una masa ácima lamentada.

1
G

La ley de mis miembros.

Remonto tu cuerpo, tranquilo, como viajando por una autopista nocturna sin coches, algún cernícalo ululando entre los largos arboles oscuros y la luna piafada de nubes, cuajada de tinieblas. En el bolsillo del vaquero, angosto, tengo una frase que me dijiste hace siete años, le he estado dando vueltas y ya no significa nada. Significa por ejemplo otro nudo más en la garganta, poliquístico, como este corazón maltrecho y hastiado. Imagínate mi humanidad como un hato de cerdos, como la cochinera, imagínate al endemoniado gadareno practicando yoga, imagínanos llorando de verdad y no esa mierda de lágrimas que vertemos ufanados de nuestra sensibilidad acomodaticia. Hecha de miles de subvenciones a la debilidad, a nuestra ornamentada mediocridad, clavándonos mejores cadenas.

Imagíname ultrajándote de arriba a bajo, dejándote heridas indelebles, perversiones ineluctables, vicios de carácter que nunca superarás. Y llamándote cariño, cocinando salchichas.
Asciendo por tu piel suave, porque siempre es más suave la piel ajena, la piel del pecado, y me reconforto, aunque hosco, en el calor de tu dermis, que es como estar tranquilo bajo la placidez del verano, y pliego los ojos con oportunidad, cerrándome a cal y canto pero ensimismado en la osmosis de tu cuerpo, y digamos, buscándote ese botón tan poco amarillo con el que logre que te relajes, en esta noche de humanidad atávica, porque si tú no estás tranquila no sé como carajo voy yo a estarlo.
Y nos amamos al descuido como jugando con los lobos del bosque, haciéndonos los longuis hasta la misma emboscada, y de pronto el sexo cae como la piña del pino, esa providencia que parece remar por encima de nuestros propios pecados, y nos mecemos, con las manos frenéticas, buscándonos en el otro, viendo si hay alguna posibilidad de tocar algo trascendente, imantados, obscenos y pringosos: pero siempre al borde. Siempre alienados.
No sé si lo que me duele es el piano o esta falta de disciplina, pero a veces me gusta abatirme con el mismo empeño que un fisioculturista, me gusta hacer series de melancolía y ensanchar las paredes de mi añoranza, bajar un poco más hondo en mi miseria, paladearla y recocerla, volverla a amasar, sempiterna.

Algunos de los dos en algún momento deberá decir la verdad, y señalarnos y decirnos: estamos destrozados y ni siquiera tendremos la oportunidad de salvarnos y me acuerdo del Espía que surgió del frío y de ese muro que nunca podremos saltar y de tantos esfuerzos mínimos y de tantos programas de rehabilitación y de tantas privaciones y refrenos y de tanto mutilar los vicios que nos alegran, para acabar así.

Ambos sabemos que el único enemigo que no podremos abatir es el que llevamos dentro. En la ley de mis miembros. Y es sólo cuando resisto mis ganas de acabar contigo cuando soy capaz de entenderlo.
Veo un chico andando calle arriba, tranquilo, fumando, ocioso, feliz, dichoso, enamorado.
Algún día alguno de nosotros dos deberá decir la verdad. Y que graciosa la nota de bolsillo. La releo, después de toda la quimioterapia: Amor mío, no fumes más. Y yo pienso en la ley de mi carne.

Alegremente me encamino hacia la tumba, como diría Brahms.

1
unha

Libertad.

Despertaba cansada al igual que se acostaba. No soportaba no saber nada, la idea de no volver a verle le angustiaba. Había ocupado su mente demasiado pronto y conocía los males que traen esa clase de pensamientos. Eso le agobiaba todavía mucho más.
Miró el móvil, Nada.

Aquel día llegó tarde a clase, la puntualidad no era su gran virtud. No entró. Sabía que su profesor de elaboración no le dejaría entrar. Así que se sentó en un banco esperando a la siguiente hora. Miró el móvil, lo había hecho cada 3 minutos desde que se había sentado, Nada. Una compañera llegó un poco después y conversaron. Le hubiese gustado que aquella charla trivial nunca terminase, ya que no quería ir a clase… Estando allí adentro su mente volvería a ocuparla él.
Miró el móvil, Nada.

Cuando salió tan solo se había quedado con algunas ideas banales de las clases. Solo entonces se dio cuenta que sus pensamientos le habían hecho perder el tiempo.
Miró el móvil, Nada.
Se fue a casa.

Achuchó a su gato. Comió. Miró el móvil, Nada. Su hogar le resultaba asfixiante. Volvió a mirar el móvil, Nada.

Luego, guardó el móvil en su abrigo y a continuación se subió al coche. Sabía dónde quería estar, lejos, lejos, lejos… No quería permanecer en casa. No mientras esos pensamientos estuvieran en su cabeza. Cuando llegó, vio que apenas había gente en el lugar. Salió del coche, el frío viento de Noviembre le azotó la cara pero no se abrochó el abrigo que llevaba. Avanzó por el paseo de madera que conocía tan bien, en verano le encantaba estar allí. Era su lugar favorito. Las primeras gotas de agua comenzaban a caer acompañadas del fuerte viento, no se puso la capucha que tenía el abrigo, quería sentirlo todo.

Se paró en las escaleras, en la lejanía pudo ver a tres surfistas como disfrutaban de la viveza del mar. Sintió envidia. Al poco rato de observarlos se percató de que la lluvia estaba comenzando a caer con más firmeza. Respiró como si diese la primera bocanada de aire al nacer, apenas se dio cuenta de que la lluvia había empapado por completo su pelo, su ropa, llegando a tocar toda su piel. Cerró los ojos. Sintió como el olor del aire invadía sus pulmones. Se olvidó de todo.
Apagó el móvil.

B

Divagaciones, ratos de reflexión. Viejos estigmas que demandan atención con dañina claridad. Horas tardías para empezar a clarificar el día, y sin embargo no hay nada que me impida caer de frente y con estruendo. Lo que fue, lo que pudo y lo que no será. Lo que es y no debería. La paciencia aquí es clave. Y ni se la ve, ni se la espera.

La desidia, el eje que sustenta la monotonía y la inestabilidad que inundan cada paso que doy desde hace meses. ¿Es propio de un adulto la indecisión? ¿A caso es preciso el ser decidido y capaz? ¿Puede un simple plan volverse del revés en 3 suspiros? No lo sé, ni se si quiero. Tan sólo me atrae el avance por pura termodinámica social.

Hedonista o nihilista, ya es que ni idea. Inundado en Saṃsāra, el camino a mi moksha se hace arduo y empedrado. A saber qué se demantela delante, si ni me doy cuenta cuando tropiezo.

2
aminnpowa

Hace un par de días, se me ocurrió una historia de las tantas que se me ocurren a lo largo del día, vivo en un mundo de sueños se podría decir. Decidí escoger está e ir escribiendo a medida que me venían las ideas xd, quiero opiniones! No abuséis mucho, ya que soy un novato todavía que por primera vez desde hace décadas me da por escribir algo semejante.
Lo pongo en spoiler porque es bastante extenso xd.

spoiler
G

Ella se está bañando. No quiere que la mire desnuda pero si que la desee. Llueve muy fuerte, cruzo de madrugada las desiertas calles, estoy solo en el mundo, sobre mi vieja orbea de carretera, roja, anoréxica, proteica. Me presta un chubasquero. Mis ojos se desbordan de lluvia no puedo ver bien. Ahora me estoy duchando yo, solo, con las nubes. Podría ir más rápido. ¿Podría? Si quisiera frenar con la orbea, parar en seco, aunque esté mojado, me tomaría unos cuantos metros. Luego, cuando sale de la ducha, escondiendo sus pródigos senos bajo la toalla, me hace rabiar, me habla de la virtud, como una judía. Yo quiero elevarla contra la pared, dárselo, constatarla. No hay nadie un miércoles a la 1:26. Yo vestido con náuticos, en una especie de riffarme, de vendetta, ser rebelde porque a uno no se le dejó ser hombre.
La mujer de tu juventud es ley, uno no puede estar cogiendo cucharas distintas. Se come, como la tradición y lo consuetudinario, el respeto, una sola mujer. Una vida. Paciencia. Carne contra carne, aullando. Ella no quiere que fume, ella no quiere que engorde, ella no quiere que me la folle aun. Que esperemos. Es lo correcto. ¿Por qué me enfado? Por la situación, nena. Al principio eras más amoroso. Tal vez, amor. Seguro.
La ley de mis miembros es un código cosaco, hacerte el amor diez horas hasta entender a Kant, fumarme diez cigarros después de ti, beberme un coñac o tres, y darme un atracón de pastelitos. Pero no.
Era inevitable que patinara en la curva, llevo día y medio sin dormir, llueve a mares y no controlo bien la orbea. Me caigo, me deslizo, llueve más fuerte. ¿Dios, como soberano, ha creado también todos los pensamientos de mi vida o sólo los conocía, de antemano? ¿No es lo mismo? Pienso, mientras hago aquaplaning y me limo la piel en el asfalto y me astillo, quien sabe, si algún huesito. Pienso en mi chica, en su casa, pienso en los menesterosos, en las viudas, en los huérfanos, en las minas antipersonas. Y me empotro contra un coche aparcado. Suena la alarma, llueve in crescendo, no hay nadie, todos duermen. ¿Se está grabando esto? Sobreponerse es difícil porque el cerebro es perezoso, si se le engorila se mete en vereda, hay que darle.
Es como obligarse a ser duro en un mundo contrahecho, de escaso-nulo sentido, estólido, como un poema surrealista, como unir diez cacas con un alambre. Es la lluvia y yo.
La ley de mis miembros tocando el tambor, convocando a la sangre, mi mujer convirtiéndome en un perfecto asceta, y yo, en el suelo oteando el nirvana: la renuncia.
¿Qué puede haber mejor que ser obediente a la ley de mis miembros?

Ser un convicto de la ley de mi carne.

G

Jaime III.

Se le puede achacar un mal carácter. Aunque eso sería embellecer la realidad, lo cierto es que es un macho irascible. Una vez mató a patadas a un perro que no había hecho nada. Pilota un BMW de la serie 5, cascarillado y con unas llantas disonantes. Suele salir a menudo de fiesta, posee cierta notoriedad en los círculos de ebriedad y música y trapicheos. Ha trabajado de portero en la mitad de los pubs de la gran calle y amontona demandas y demandas y juicios por lesiones y riñas tumultuarias. El factor químico ha acrecentado su mala bilis, nos referimos claramente al consumo de estupefacientes y alucinógenos.

Tiene una novia, por su vida han desfilado decenas de chicas de la noche más o menos vulnerables, más o menos aprendidas que acababan indefectiblemente probando su violencia. La chica con la que estaba hasta hace poco era una santa. Las hay que tienen el amor por escarnio o por descargo y pasan buenas temporadas en un infiernillo particular del cual, la mayor parte de las veces, no sacan ninguna lección de sabiduría. Parece, engañoso es el juicio, que cuanto peor es el hombre más ama la mujer, más se esmera, más sufre; ha de ser no obstante fruto de una mala medición de las fuerzas operantes.

Lo primero que le enseñó Jaime a Esmeralda fue como actuar en caso de una pelea, como debía obedecer ciegamente y sin rechistar todo lo que él dijera. Y que si le veía mirando a algún hombre, primero le rompería los dientes al chaval y luego en casa le daría a ella lo suyo. Por ello para Esmeralda no era nada agradable la noche del sábado, ni ninguna otra en la que acompañaba a Jaime a hacer sus cosas por ahí. Jaime era un tipo grande, y de anchas muñecas, repartía ostensiblemente dolor cuando se precisaba y no lo noqueaban fácilmente. Era como un osezno loco.

Como dicen los proverbios el camino del soberbio conduce a la destrucción y lejos de porfiar de cabrones como Jaime hemos de tener cierta lastima, un ética lastima, porque pronto les veremos pagando el precio de su rebelión, los costes de su maldad y no dista mucho del airarse y del matar a hierro el ser muerto a hierro. Es ineluctable, una ley. ¡Ay! Pero como lo amaba Esmeralda, sentía por él una atracción tan insensata, un amor tan confundido y un deseo de enderezarlo tan grande que se consolaba en su sufrir.

La noche de la fiebre llevó a Esmeralda a un garito en el que a parte de privar largamente con un viejo conocido convicto tenia el encargo de frustrar cierta reunión entre un distribuidor y el que iba a ser su nuevo ayudante. Había hablado primero con los securatas del pub y les había comprado un minuto de libertad para sacar en volandas a la calle al aspirante y darle una buena paliza propiciadora de amnesia. Así que dieron las dos de la mañana y la concurrencia estaba ya alienada y entonces Jaime le dijo a Esmeralda lo que tenía que hacer y se dirigió hasta el reservado y despachando al distribuidor, de un cate lo dejo grogui, agarró al otro por la pechera y lo sacó fuera como quien se lleva una botella sin terminar y una vez en el exterior bajo el cielo feo y tabacoso le ofreció un repertorio de golpes y blasfemias. Por esa jugada le pagaban quinientos euros. No compensa, hay cámaras, testigos y por el estado en el que quedó el nuevo de seguro que tendría que indemnizarlo más, pero, si vamos a ser malos la ley no ha de importarnos.

Esmeralda siguiendo las ya sabidas instrucciones le esperaba sentada en el asiento del copiloto del BMW con las llaves en el contacto y las puertas abiertas. Jaime frenético se subió al coche con los nudillos y la camisa ensangrentada y le pidió a Esmeralda que le encendiera un pitillo y se fueron de allí a toda leche.

Esmeralda empezó a llorar, que si sentía lastima por él que eso no era vida y una serie de precavidos reproches. Jaime la miró hosco y lacónicamente le dijo que se callara y no jodiera. A los dos kilómetros, andando por una autovía despoblada, Jaime percibe que le siguen dos Mercedes. Lunas tintadas. Se caga. No le dice nada a Esmeralda pero está acojonado, comienza ya a barruntar como caerá el telón. Como será cortado del juego. Le dice a Esmeralda que mire en la guantera. Ojala el contexto fuera otro y Jaime tuviese, piensa de sí mismo, una pipa o algo para estos casos pero todo lo que tiene es un buen cuchillo que no ha tenido que utilizar nunca.

Le dice entonces a Esmeralda: Cariño, y es la primera vez en su existencia que dice cariño a nadie, por lo cual ella se llena de temor y extrañeza, y le añade: ahora voy a parar un poco en esa curva, voy a fumarme un par de cigarros, ¿vale? Pues tu vas a coger el coche y vas a ir hasta casa, toma las llaves, y vas a darte una ducha y ponerte guapa y luego cuando hayas descansado vendrás a buscarme aquí mismo, ¿vale? No te estoy pidiendo tu parecer. Lo harás así.

Ya a lo lejos se divisa el lugar al que Jaime se refiere que no es otro que el que el piloto del primer Mercedes le está señalando y que Jaime ha asentido por el retrovisor y Esmeralda le dice que sí que hará lo que el dice.
Levantando piedras y polvo mete el BMW en el arcén de tierra y le dice a Esmeralda que se apure y se vaya ya, pero Esmeralda ve como los dos autos se detienen y se bajan del coche siete personas, siete perros desaguisados, de aspecto nada conciliador. Y ella le dice que no se piensa ir y le grita y se rebela y en seguida se asusta porque se da cuenta de que le ha respondido a Jaime y que éste le soltará una torta por pasarse pero todo lo que hace Jaime es sonreírle y decirle algo tan extraño y alejado de toda probabilidad como que la ama, que la quiere y que se hubiera casado con ella mil vidas porque era la mejor mujer que había conocido y que pese a ser un hombre impío había conocido la luz por medio de ella.

¿Pero te vas a volver católico ahora, Jaime? ¿Qué estás tramando? ¿Qué quieren esos tipos? Jaime se baja con el cuchillo en la espalda, cogido en el vaquero. Un tipo grueso, el piloto del primer mercedes le dice a Jaime que la chica arranque de una vez y se vaya y entonces Jaime le grita a Esmeralda que se vaya al puto carajo ya porque sino le va a romper la boca.

Y cuando, fuera de sí misma y de todo cabal, Esmeralda hace lo posible por evitar que se le cale el coche y marcharse, oye que Jaime le dice: no te asustes, no te asustes amor mío, esto es una momento. Y conduciendo por la larga recta, como a quinientos metros, mientras suena por la distorsionada radio la típica música de los sábados, Esmeralda ve como el gordo pone de rodillas a Jaime y le pone una cosa negra en la cabeza y luego se oye bang, como un estallido seco y Esmeralda ve como cogen a Jaime en peso y se lo llevan, con la misma facilidad con la que uno se lleva cualquier otra cosa.

Y Esmeralda, en fin, gira el coche ciento ochenta gradoz y sin darle más vueltas, desobedeciendo por primera vez a Jaime pone el coche mirando hacia los siete y hace un amago de jaculatoria, masculla algo y se pone un cigarro en la boca, lo prende y le da gas al coche. En nada coge los doscientos. Los otros no pueden reaccionar y ella no lleva cinturón.

Es una noche estupenda, ahora que dentro de poco amanecerá, el aire se limpia; le espera un arduo trabajo al juez de guardia.

9 días después
B

El placer de lo finito

Todo fluye. Tienes tu urgencia, y alrededor el orden dicta lo contrario.

Y está bien así, sólo hay que encontrar ese rinconcito acogedor, y adornarlo a libre albedrío como buenamente puedas hasta que la ley del caos arrase. Por lo general, algo así debería preocupar, y hacerte replantearte los cimientos que clavaste. Si fueron poco profundos, o si por el contrario profundos de más.

Sin embargo, la edad es un grado. No hablo de la edad como un simple hecho que transcurre y otorga aquello que antes no tenías. Me refiero a la edad como transgresión a las ideas anteriores a través de la acumulación de experiencias. Alas, como manera de impulso y vía de evolución.

Y a esto que la conclusión llega de manera brutal cuando la experiencia sienta precedente. No hay nada malo en lo finito. Son las reglas de un juego con sentido inherente al hecho de que tú estás ahí, y el tiempo sigue fluyendo.

Si aprendes a observar, lo finito es puro. Cuando algo es finito se aprovecha al máximo, se diluye en esencia y pasa por un vasto mensaje infinitamente más llevadero. Lo que tiene un fin, no debe apenar, sino agrandar tu obra y primas. Hay belleza inherente en el hecho de que algo terminará tarde o temprano. Porque perder significa haber tenido. Y haber tenido es experiencia y tiempo.

2
G

Todos somos héroes.

Se bajó del auto y pisó una mierda. Tronaba en la calle. Estaba contento con la sonrisa. Agarró el llavero y escrutó el Teide. El aguaba manaba de las calles y arrasaba con todo. Cualquiera pueda escribir un libro, dijo, humanistas de mierda. Proust pulsofilo.

Pastiche. Voy a hablar de Juan Calvino el adalid y Cioran el detective. En la vieja Prusia la del año 1803 llovía fuerte, tan fuerte que las amas de casa sufrían. Los amos de casa se limitaban a hacer crucigramas. La vida es estólida y nosotros pintores de retratos.
Cioran utilizaba un arma de tambor y cañón recortado se deslizaba como una sombra demoniaca fluida por las paredes, y se derramaba y gritaba a sus perseguidos: uh, uh! Entonces les apuntaba a la cabeza y les decía: dime tres marcas de leche, rápido.

Suiza, la de los cantones, federativa y europea. Un ginebrino atónico, se alza con el poder califal, teocrático y dicta las instituciones y las escribe con sesgo duro, enfadado, las 95 tesis de Lutero, clavadas en la puerta, como un velo, como un WANTED vivo o frito. Produce miedo que los hombres que han iluminado nuestro camino de una forma u otra estaban como autenticas cabras, enajenados y flagelados. Yo me pregunto, ¿podría fiarme como guía moral de un hombre que no sabe colocar unas repisas o que por ejemplo ignora el significado del término culata? Al parecer sí. Es como pedirle a W.Allen que corra cien metros en 9 segundos.

Esa noche Calvino iba caminando por Ginebra, pensando si matar a Castelio o dejarlo vivo una temporada. Servet; se hallaba caladito por Servet, pensaba en su linda pelvis, en su manera de hacer herejías, tan taimado, tan prohombre. Ginebra se quedaba pequeña para un amor tan grande. Ardía su corazón hipertrofiado e hipostasiado ardía como no ha ardido nunca otro corazón y la mañana de su amor mando a ejecutar a miguelito, miguelito.

Son cuestiones totalmente legitimas y uno debe hacerse tales interrogantes, ¿la historia es un constructo, va hacia alguna parte? ¿La moral depende de algo o flota sola? ¿La galaxia se expande? ¿Por qué son las mujeres hermosas? Uno no puede pasar por la vida como un proletario uno debe ser contemplativamente airoso, digo, para llegar a la verdad hay que tener mucho miedo, ronchas en los pies y sangre en el maldito corazón: ¿Entiendes? Hay que tener sangre y no ese liquido rojizo y soso.
Cioran lo consiguió. Se deslizó hacia tras en la silla y aterrizó en el año de 1564. Fue con la bufanda calada y la cofaina para recoger su sangre. Por el camino, se sabía la dirección de memoria, encontró a una mujer muy hermosa pero la desestimó. Tañó la campana en la plazoleta y se apuró, le quedaban apenas quince minutos. Todo lo que hacemos en esta vida tiene su eco la oportunidad. La vida es especialmente nociva, no se puede uno fiar hasta la muerte. Cioran se asegura de que su revolver está cargado. Toc, toc, la puerta cede. Y allí está Teodoro de Beza, y en el regazo tiene a Calvino. Languidece, va a expirar. Se nos va. Jacobo Arminio tiene solo cuatro años ahora mismo pero ya, imagino que mientras corre tras las gallinas o mastica pan, se le están ocurriendo nuevas ideas sobre la predestinación.

Calvino se incorpora y esputa sangre. Teodoro sal de aquí, este poder no lo puedes arrostrar tú, no hay nada que puedas hacer aquí. Llevo toda la vida preparándome para esto. Cioran se ríe y de la boca se le cae una sombra. Le apunta con el revolver. Dispara. Amanece.

e3archive

CAT (Original)

Guspires estrellades
a l'escalfor d'un foc.
Incandescents rituals,

perduts entre cendres.


----------------------------------
ES

Destellos estrellados
al calor de un fuego.
Incandescentes rituales,

perdidos entre cenizas.

1
Ramm-bow

Quiero presentar algo que empece a escribir hoy, es primera ves que escribo algo. Así que cualquier critica constructiva por favor díganme.

Lo que quiero saber es si esto que he escrito bale la pena continuarlo o mejor lo cojo como papel de el bater.

Esta completamente inconcluso.

Cuando Carl solo tenía 8 años muere su padre en la guerra. Su madre, terminó en la delincuencia por mantener a sus hijos Carl y Eimi, tras los años de presión se suisida. Carl habiendo sufrido ya suficiente, se largo al ejercito para seguir los pasos de su padre. Su hermana se había largado a otro país para recomenzar su vida lejos de su tormentoso pasado. Carl añorando ver a su querida hermana, la cual no veía asía mas de 10 años, dejo el ejercito para ir a verla a su país. Cuando llega a la casa de su hermana nota un mal olor que lo preocupa, toca la puerta y no le abre nadie, Carl al esperar mucho tiempo fuera, abre la puerta de una patada. Su rostro al abrir la puerta inspira tristeza y desesperación. Una lagrima cae sobre la alfombra manchada de rojo, Carl mira hacia el frente y ve un cuchillo ensangrentado al lado de una foto en la que salía el y nadie mas, la foto estaba quemada, en ella iba ademas de el, su familia. Carl da la vuelta y cierra la puerta. Sale del edificio, caminando con los andares de la melancolía, sin mirar su camino, sin mirar a nadie ni a nada, los coches se detenían gritándole loco al hombre que solo escuchaba sus pensamientos. Entra en un callejón y un Ladrón le intenta asaltar con un cuchillo, Carl lo mira a los ojos y sin decir una palabra le golpea con tal fuerza que el ladrón no es capas de levantarse del suelo. Tras un suspiro, Carl lo golpea con toda su fuerza, hasta que sus nudillos sangran como sangra el rostro del ladrón arrepentido. Carl se levanta llorando, mira fijamente al ladrón que ni siquiera respira y le pregunta, -¿Sabes lo que siento? Alza su mirada y le grita al cielo, -¿Y tu... Sabes lo que siento?, si supiera alguien como me siento estaría yo en el cielo. Yo y no mi familia, ¿Por que? ¿por que las balas matan a gente inocente y no matan a gente que necesita morir como yo?. Toma el cuchillo y dice agitado -De una ves por todas acabare con lo que espesó la vida, si la vida no quiere que mi apellido continúe.... no seguiré sufriendo. Sujetando el cuchillo para cortar su garganta, escucha el llanto de una niña, mira hacia atrás y ve una niña llorando sentada en una esquina y mirando al suelo aterrorizada. Carl suelta el cuchillo, le dice -no llores, ¿por que lloras?. La niña no tiene valor para responder y llora incluso mas fuerte. Sale corriendo hacia el hombre con el que Carl se desahogo, se arrodilla frente a el, y le dice -papá, despierta, protégeme de este hombre, papá. Mira hacia Carl sin poder mirarle a los ojos y aterrorizada salió corriendo a la calle, la gente al ver a la niña toda manchada de sangre, avisó y poco tardo en llegar la policía a donde se encontraba el cuerpo del hombre, al que no le quedaba ni una gota de vida. Carl se largo del lugar y la niña estaba demasiado asustada como para describirlo, la pequeña solo pudo expresar miedo hacia el hombre que asesino a su padre quien solo intentaba dar de comer a su familia. Carl llego a su casa, despechado, arrepentido. No podía dejar de pensar en que esa niña paso por lo mismo que el. No tenía ganas de nada, excepto de regresar el tiempo y evitar haber nacido. Al día siguiente tomo un vuelo a otro país, lejos de su pasado, lejos de su dolor y su sufrimiento. Cuando llego no busco un hotel, busco un bar. Pidió lo mas fuerte que tuvieran, y bebió todo lo que pudo, salió a fumar un Cigarrillo. Se recuesta a una pared y recuerda a su familia, su rostro muestra los mismos sentimientos de cuando vio a su hermana después de acabar con su vida. Se tira al suelo llorando, comienza a llover. Una amable chica se le acerca y le dice -señor que tal si entra al bar, ha comenzado a llover. Carl se levanta y le pregunta -¿que quieres de mi?. La chica sorprendida le dice -solo quería ayudar, pero creo que es mejor que me valla. Carl la detiene y la abraza fuertemente. La chica continua sorprendida y le dice -¿que tal si entramos y me cuentas un poco tu historia?. Carl le dice -¿como sabes que tengo una historia que contar?. Ella responde -Tu rostro muestra tus sentimientos como si los estuvieras diciendo. Ambos entran al bar y se sientan, ella le pregunta que le pasa, el responde -¿por que te interesa?.

G

La muerte tenía un precio.

Lo vio bajarse del carruaje, llevaba la túnica a la odiosa moda de la juventud recién licenciada, un largo recipiente de plástico donde guardaba su herramienta de trabajo. Ese mañana se había fumado siete cigarros y bebido dos cafés, les había vuelto a salir podredumbre en las extremidades y se veía la cara más caída. El informe se lo habían enviado desde el Comité y el zagal tenía unas puntuaciones asombrosas, no en vano le habían asignado como su sucesor.
A Randy le quedaban apenas unas semanas de servicio y luego el largo adiós.

Lo primero que hizo fue decirle: puede que en la Academia fueras el mejor pero eso es como el abismo que separa al rico del seno de Abraham, no hay forma de sortearlo. Se verá si vales para esto en algún momento de los próximos días. Randy invitó a un cigarrillo al joven, quien mirándolo con cara de desaprobación declinó la oferta.

Como ya sabrás, le dijo Randy, soy el encargado de la Polis Alfa, siete millones de almas bajo mi estricta supervisión, no se llega a mi posición sacando buenas notas, se llega entendiendo bien el Rollo y sabiendo esperar al momento adecuado. Olvídate de todo lo que ese viejo profesor de Injerencias en el Medio Vital y un Correcto Desglose de la Providencia te haya dicho, no sabría sesgar ni la vida de una flor a la llegada del invierno.

El neófito le recriminó la aseveración. Y añadió que el profesor Casterbon era una eminencia en el quinto cielo y que aun en el Averno tenía discípulos. Randy lo miró despreciativamente y se encendió otro pitillo.

Siguiendo la hoja de ruta fueron visitando uno a uno los seleccionados. Randy le indicó como esperar al momento oportuno, qué es lo que había que saber de cada uno, como hacerlo, le dijo que aunque pareciera extraño la única y verdadera forma de hacerlo, para tener la aprobación del Uno, era llegar a amarlos. La muerte, jovenzuelo, es la cosa más antinatural que exista, y no como sostienen los epígonos de Chasterkil, no le agrada al Uno, la introdujo por causa de las perversiones, para que sufriendo llegasen a entender, pero no han entendido por eso yo y, quizás tú, hacemos esto. Pero no está bien.

El neófito se fue fijando como Randy mimaba a los suyos, como encontraba la hebra perfecta, el exacto climax histórico y como dejaba a los allegados un halo de luz. Randy no era un asesino, no era un cosechador, Randy sublimaba a los difuntos, hacía de la empresa funesta una ocasión para, utilizando el prístino poder del arte, acercar a los hombres moribundos al Uno.
Al cabo de unos días, como el neófito ganase confianza con Randy, osó intimar un poco y contarle las anécdotas que pululaban por las urbes universitarias. Randy le animó, tramposamente, a que le contara lo que quisiera. Y el jovenzuelo dijo: Se comenta que has recibido una Hoja Negra, que eres el primer Ejecutor (y ahí Randy chistó <No soy un ejecutor>) en toda la historia de la Muerte que recibe una carta negra, que muchos pensaban que era una leyenda pero que tú la has recibido, que eres el primero que ha desobedecido la Providencia.
Randy le dijo que se callase y prestase atención a la labor.

Llegó el día oficial de la sustitución y Randy fue ultimando todas las determinaciones que había que llevar a cabo según el Reglamento. Entonces, al final del día, se allegó hasta ellos uno de los “A” que tenía por misión supervisar estos cambios en el servicio. Sin pronunciar palabra vio como Randy le entregaba al neófito todos los enseres: la capa, la guadaña, los monóculos de plata, el libro sagrado y un frasco de arsénico. Entonces, contra todo plan, Randy vio asomarse de la capucha, anudada a la forma moderna, una Carta Blanca. Su sesgo cadavérico se tensó.
Masculló: Hijo de la gran puta. Y bebió del arsénico.

Todo se colmó de luz, de la luz horrible y pura que baña el mundo de los vivos, Randy notó un dolor que no había percibido en siglos, el dolor de tener un aparato digestivo y vomitó. Se incorporó, estaba completamente desnudo: desnudo, tenía un cuerpo de carne y sangre. Entonces recordó: La Carta Negra, La Carta Blanca.
Ahora el neófito le daría caza. Pero Randy llevaba veinticinco siglos pensando en ellos. Si el Uno les había dado a los ejecutores un frasco de arsénico era para darles la opción de libertad, una libertad carísima y colmada de consecuencias, pero libertad. La Carta Negra estaba enrollada en el interior de su mano. Tenía que encontrar a la Mujer por culpa de la cual estaba condenado. Tenía que rehacer su libertad que endechar su destino, que rebelarse por amor, por el amor errado, distorsionado. ¿En qué realidad se ha visto que la Muerte ame por encima de su encomienda?
Randy llevaba veinticinco siglos preparado para ellos. Y en la otra mano tenía cinco cigarrillos. Sonrió, era la primera vez que podía ofrecer una sonrisa así. Sonrió y se irguió. Randy estaba buenísimo. Salió del callejón y se internó en la gran Polis Alfa. Su tregua no duraría más de 24 horas. Hasta de eso hablaba el reglamento.

Randy exhaló el humo de nicotina. ¿Puede la muerte morir? Claro, todo lo que ama puede morir. Y corrió a encontrar a la mujer.

(Continuará)

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B

#538 Espero no ser grosera pero... sería mucho pedir que postearas bajo spoiler cuando el texto sea largo?? Entrar en MV con el móvil ya es bastante suplicio sin tener que estar bajando todo el rato para seguir leyendo.
:buitre:

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