Aún antes de la Segunda Guerra Mundial, diversas potencias militares de todo el mundo establecieron en distintos puntos de planeta, bases secretas que alojaran su industria bélica y resguardaran sensibles proyectos de defensa. Ya durante la guerra, el desarrollo de la bomba atómica en los Estados Unidos, la excepcional flota submarina alemana y los sofisticados misiles germanos, contaron con instalaciones de este tipo.
Pasada la conflagración mundial y al alero de historias como la de un ovni caído en Roswell en julio de 1947, los ufólogos concedieron a este tipo de unidades militares otra función. Ésta sería la de resguardar en instalaciones ocultas los restos de las supuestas naves interplanetarias y los cuerpos de los tripulantes alienígenas que las conducirían. Ello, aún cuando parece ridículo sugerir que una nave intergaláctica que ha cruzado medio Universo termine su viaje estrellándose sobre la superficie terrestre.
Así las cosas, tras cada relato en torno a la caída de un ovni, ha surgido también una historia que pretende revelar la existencia de una base militar secreta en donde han sido guardados sus restos, convirtiendo algunas de estas instalaciones en verdaderas mecas del turismo ufológico.
Si bien la mayor parte de las historias sobre ovnis estrellados son rápidamente desechadas, en virtud de una clara falta de evidencias que sustente los relatos, con el pasar de los años algunos de estos incidentes se han transformados en creencias tan sólidas, que incluso han perjudicado seriamente los intereses militares de algunas naciones.
Esta creencia, se ha visto además alimentada por los testimonios de militares de diversos rangos, incluso oficiales y supuestos científicos que dicen haber descubierto, con sorpresa, que las unidades en que se desempeñaban servían de albergue a experimentos con tecnología extraterrestre o que eran depósito de naves y cuerpos alienígenas, sin que nunca antes se hubieran percatado de ello.
Establecer si estos relatos son fantasía o una desconocida y sorprendente realidad, ha sido la labor de diversos investigadores, algunos de los cuales, incluso, han arriesgado su vida en osadas incursiones a estos bien resguardados recintos militares, tras las huellas de los supuestos ovnis cautivos.
Pero para entender aún mejor cómo comenzó toda esta historia, debemos dar un breve repaso a algunos sorprendentes incidentes y relatos ufológicos.
El comienzo de todo
Cuando el 8 de julio de 1947 el subteniente Walter Haut redactó por orden de la base aérea de Roswell, unidad que albergaba los únicos bombarderos nucleares de los Estados Unidos, la increíble nota informativa que señalaba: "Las Fuerzas Aéreas capturaron un Platillo Volante en un Rancho de Roswell", seguramente jamás imaginó la magnitud del alboroto que tal noticia, rápidamente difundida por los medios, iba a generar.
Si bien más tarde la historia fue negada y ridiculizada por los militares, la intriga ya se había establecido y lentamente, con el pasar de las décadas, el relato de un ovni caído en Roswell cobró fuerza. Se convirtió así en uno de los mayores dolores de cabeza de los militares norteamericanos, no sólo porque inauguraba pomposamente la creencia de que los ovnis podían estrellarse y eran naves alienígenas, sino porque también afirmaba que, una vez que los platillos caían, sus restos eran recuperados por militares que los trasladaban a instalaciones secretas en bases de la milicia.
En el caso de Roswell, la supuesta nave o lo que habría quedado de ella, habría sido llevada a la Base de Wright Field, cerca de Dayton, Ohio (sede de los laboratorios científicos y técnicos de la Fuerza Aérea). Desde allí se perdería la huella de los restos y surgirían innumerables especulaciones sobre el destino final de los mismos.
Al poco tiempo de ocurrido este incidente, otros relatos de supuestas naves estrelladas comenzaron a circular y, con ellos, surgirían otros secretos destinos para los ovnis siniestrados.
Así se llegaría a construir toda una teoría de encubrimiento, fuente inagotable de la literatura de ufológica.
Wright Patterson y el relato de un ingeniero
Uno de los relatos más sorprendentes es el de Arthur Stansel , un ingeniero mecánico de la Base Aérea de Wright Patterson, una de la bases en donde se habrían albergado restos de ovnis, sede del proyecto Blue Book. Él realizó servicios para la Agencia de Defensa Nuclear, dependiente del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, participando en 1953 en un proyecto secreto llamado Upshot-Knothole, el que se realizaría en el campo de pruebas de Frenchman Flat. Su misión –sostiene Stansel-, consistió en estudiar los efectos destructivos de una bomba convencional disparada por un cañón atómico.
Stansel, ha declarado en reiteradas oportunidades haber participado en la recuperación de un ovni estrellado y ha hecho un detallado relato de su experiencia en diversos medios.
Según su testimonio, el 20 de mayo de 1953, mientras laboraba normalmente en el campo de Frenchman Flat, le fue ordenado alistarse para desarrollar una misión especial. Un día después, el 21 de mayo a las 16:30 horas, debió dirigirse a la Base Aérea de Indian Springs, en donde abordo un avión militar con rumbo a Phoenix, Arizona.
Una vez en Phoenix y tras abordar un autobús junto a otras 25 personas, un oficial de la Fuerza Aérea señaló a Stansel que una aeronave supersecreta se había estrellado y que su misión consistiría en determinar, a partir del ángulo y la profundidad del objeto en la tierra, la velocidad al momento del impacto.
Luego de acercarse a la zona del incidente, Stansel pudo percatarse que caminaba en dirección a una nave discoidal o con forma de platillo, de unos 10 metros de diámetro, con domos en su parte superior e inferior, ambos de unos 6 metros de diámetro.
El extraño objeto parecía ser de un material metálico cuyo brillo se asemejaba al aluminio pulido, lo que a esas alturas le pareció claramente un ovni, el que no mostraba marcas, ni abolladuras tras el impacto en su superficie, a pesar de la violencia del mismo: según sus cálculos chocó a una velocidad de 6 metros por segundo.
Posteriormente Stansel entregó los informes de sus análisis y retornó a su base a desempeñar su trabajo normal. Sólo en 1973 se decidió a hablar del tema, estando convencido de haber participado en la recuperación de un ovni que habría sido ocultado en una base aérea de los Estados Unidos, probablemente en algún lugar de Nevada.
Área 51: Almacén interplanetario
El Área 51 fue llamada así en función de su ubicación en un plano que realizó el Ejército de Estados Unidos a raíz de una visita del Presidente Kennedy a Nevada, única vez que se la mencionó. Se ubica dentro del campo de pruebas Nellis, en medio del desierto, en un lugar llamado Groom Lake, a unos 225 kilómetros al norte de las Vegas.
Si bien comenzó a construirse en 1955, la existencia de la base fue oficialmente negada hasta 1994, año en que imágenes tomadas por un satélite ruso, fueron puestas a la venta en Internet y difundidas por diversos medios. El Área, que posee una extensión de unos 10.000 km2, estaría compuesta por edificios subterráneos a gran profundidad y sería la base militar más segura de nuestro planeta.
Conocida también con el sobrenombre de Dreamland (Tierra de los Sueños, acrónimo de Data Establishment And Management; Zona de Control y Establecimiento y Almacenamiento de Datos), el Área 51 no puede ser sobrevolada por aeronaves de ningún tipo.
La expectación que despierta el Área 51, fue el resultado de diversas noticias publicadas en los años 80, las que relacionaron el lugar con pruebas de aeronaves secretas extremadamente sofisticadas. Pero no cabe duda de que lo dicho por un supuesto antiguo trabajador del Área, en 1989, supuso el término del secreto mejor guardado en el campo de pruebas de la Base de Nellis.
A través de la televisión local de Las Vegas (Klas-TV) el físico nuclear Robert Lazar en el desarrollo Iniciativa de Defensa Estratégica o proyecto Guerra de las Galaxias, afirmó no sólo, que el área albergaba aeronaves sofisticadas desconocidas, sino que además, en ella se estaba trabajando en total hermetismo en la reconstrucción de naves extraterrestres siniestradas.
Consultado por el periodista y presentador del programa George Knapp sobre lo que realmente se hace en la mítica Area 51 Lazar respondió: "Allí hay varios platillos volantes, actualmente son nueve y son de origen extraterrestre. Están siendo desmantelados y se encuentran en diferentes estados, construidos con otros materiales. Se les hacen pruebas de vuelo y están siendo analizados. Uno está intacto al cien por cien y funcionan perfectamente. Los otros se los han llevado a otro lugar. Yo estuve relacionado principalmente con trabajos sobre su propulsión y fuente de energía. Al menos, por lo que recuerdo, más o menos la mitad funciona y la otra mitad se ha desmontado para estudiar los componentes".
Lazar explicó que la seguridad de la base era asfixiante, y que sólo podía moverse por el interior de la misma en compañía de escoltas, y exclusivamente por las zonas en las que estaba oportunamente acreditado. Bob Lazar se hallaba destinado en el Sector 4 (S-4), un gigantesco complejo subterráneo ubicado bajo el lago Papoose, considerado como el lugar más inexpugnable y reservado de la base. Supuestamente en aquellas dependencias se encuentran las naves extraterrestres y sus ocupantes.
Bob Lazar ha constituido la principal fuente de información de los investigadores sobre las actividades que supuestamente se desarrollaban clandestinamente en lo más profundo del desierto de Nevada. Su fantástico relato, contrario al hermetismo oficial que rodeaba al Area 51, le ha costado despidos, amenazas de muerte e incluso varios atentados contra su vida o de simple intimidación, pero lo más grabe a juicio de Lazar ha sido la pérdida de su identidad.
Sus credenciales académicas así como sus múltiples destinos profesionales, altamente especializados, desaparecieron de la noche a la mañana. De su extenso currículum no quedaron reseñas de que hubiera pertenecido en algún momento al Laboratorio de los Álamos, la EG&G, el Pierce Junior College de California, el California Institute of Technology (Caltech) y el Massachusetts Institute of Technology. Incluso su ficha de nacimiento desapareció misteriosamente del hospital de Coral Gables (Florida). No obstante, un grupo de investigadores consiguieron rastrear su pasado y lograron conseguir pruebas sobre algunos de los destinos del singular físico, incluyendo un formulario de retención de contribuciones W-2, que evidenciaba que Bob Lazar trabajó en la base de Nellis contratado por la Inteligencia Naval.
Después de las incendiarias declaraciones de Lazar, controvertidos personajes saltaron a la palestra para apoyar y acrecentar las tesis conspirativas del Área 51, entre otros, Marion Leo Willians miembro de la Inteligencia norteamericana que trabajó durante años para la Agencia (CIA), el físico Mike Hunt (miembro de la Comisión de Energía Atómica) y el escritor, experto en la saga de aviones Stealth Jimm Goodall.
PD: De todas formas, la gente aun sigue preguntandose que se esconde detras de todo eso, vida extraterrestre, el fin del mundo, experimentos científicos no mostrados, es algo que siempre nos preguntaremos, y que algun dia tiene que salir a la luz.