#42 #43 "Un cadáver domina la sociedad: el cadáver del trabajo. Todos los poderes alrededor del mundo se han unido para la defensa de este dominio: el Papa y el Banco Mundial, Tony Blair y Jörg Haider, sindicatos y empresarios, ecologistas alemanes y socialistas franceses. Todos ellos sólo conocen un lema: ¡trabajo, trabajo, trabajo!"
Hay ciertas cosas que tras la industrialización se volvieron intachables, como es el trabajo asalariado -y desgraciadamente, el movimiento obrero se convirtió en su principal defensor y valedor, aunque con honrosas excepciones como los ludditas-. Antes de que las grandes masas de la población fueran hacinadas en las fábricas para trabajar 16 horas diarias, la producción artesanal hacía que el tiempo de trabajo fuera el mínimo indispensable para elaborar los productos, y por supuesto nunca cayó en producirlos masivamente porque tampoco eran necesarios... Si hacer un jarrón costaba dos horas de tu tiempo, no se hacía preciso trabajar 6 más haciendo nada -como pasa hoy día-, o produciendo más jarrones que nunca en la vida iban a ser usados. A mí nunca me habréis visto glorificar a los trabajadores y al trabajo, porque el tiempo de trabajo es tiempo perdido de tu vida, es un tiempo deshumanizador que te mantiene completamente enajenado de tus deseos reales. Exigir trabajo es exigir muerte en vida, porque hace que tu tiempo vital gire en torno únicamente al dictado del reloj. No en vano, la palabra del trabajo proviene del latín tri palium, que era un instrumento de tortura.
Mientras que el movimiento obrero se esforzaba en absorber acríticamente las mieles del progreso, hubo algunas excepciones muy locales -ludditas, artesanos, radicales individuales- que vieron con muy malos ojos la maquinización de la sociedad, y se volvieron contra ella. El industrialismo producía mercancías en masa sin siquiera tener gente con una gran preparación previa -maestros artesanos-, ya no había espacio para las producciones únicas, cualitativamente superiores a las demás porque le habías dedicado tu tiempo y sentimientos, dado que se imponía el mandato de producir más y más en cada vez menos tiempo. La sinrazón del trabajo domina nuestra sociedad, y sólo se podrá avanzar si lo que se exige es un orden social que no esté basado en el trabajo -cosa que no entiende ninguno de los neoobreristas que hoy día pululan por los movimientos sociales-.
Espero haberme explicado a grandes rasgos, si os queda alguna duda comentadme. Pero si os interesa el tema, Miquel Amorós habló de esto hará ya unos años en su texto "Primero de Mayo: Fiesta contra el trabajo", de forma muchísimo más clara que yo http://reflexionrevuelta.wordpress.com/2010/02/04/miquel-amoros-primero-de-mayo-contra-el-trabajo/ y también podéis encontrar a Paul Lafargue, que denunció los males del trabajo en su "Derecho a la Pereza" en el siglo XIX. Incluso podéis encontrar el "Manifiesto contra el trabajo" del Grupo Krisis.
#41 Entonces te llevarías muy bien con ellos, dado que tú tampoco quieres ir más allá de sustituir al Estado por su forma privatizada... El único problema que tienes con que un policía te pueda machacar el cráneo para ti se soluciona cambiando al policía por un agente de seguridad privada -aunque que te siga pudiendo machacar el cráneo es un riesgo que sigues corriendo-.
#48 Durante el 95% de la historia de la humanidad, no hubo progreso económico. Las mieles del progreso se las cuentas a otro, porque éste ha ocupado una parte mínima de la historia humana. Las comunidades se autogestionaban sin Estado, y sin necesidad de convertir al trabajo en su forma predilecta de vida, porque era una mera actividad ociosa, incluso placentera para los maestros artesanos y los recolectores. La URSS absorbió la religión del progreso -fue el primer país en producir satélites, en modernizar todo el aparato preindustrial del zarismo y dar productividad a las fábricas...-, si no logró vencer a EEUU no es porque no hubiera progreso.