A ver Arowing, como te daba miedo mi crítica lo que he hecho es escribir un texto cogiendo un poco las ideas que expones en el tuyo y darles MI punto de vista. NO HE intentado hacer un texto magistral ni nada por el estilo, ni intento dar lecciones, simplemente he escrito un texto que he basado en algunas correciones puntuales que creo que le vendrían bien al tuyo. Porque creo que con la ayuda de todos, y entre todos podemos mejorar.
He mantenido el narrador y la linea argumental de la historia. Lo que he hecho ha sido radicalizar un poco las sensaciones y los momentos cruciales, y profundizar un poco más en los personajes. Vamos no es ninguna obra maestra, simplemente mi opinión de que cosas de podrían ayudar
Aquí va
Dulce tempestad
- “¿Sí?”
- “Hola cielo, soy yo.”- Su voz enseguida provocó dentro de mí el cosquilleo que tantas lágrimas me había costado. Era él.
- “Hola...” – Casi absorta, con voz de idiota le respondí. Llevaba ya algún tiempo saliendo con él, pero todavía no podía hacerme a la idea. Yo... con él... Él... él era guapo, muy guapo, de 1.80, y cuerpo atlético. Moreno, ojos verdes... perfecto podría decir. Cada vez que pensaba en él, una sensación indescriptible me inundaba por dentro. Me sentía como una quinceañera enamorada. Pero él para mí era mucho más. Él era mi refugio, la solución a mis problemas. Él lo era todo para mí.
- “¡Eh, eh cariño, que te estoy hablando!”
- “Perdona, que decías, es que...”
- “ No te preocupes, no importa, sólo te decía que hoy al final no voy a poder quedar. Me ha dicho mi madre que tengo que ir a recoger a mi hermano a una fiesta, y luego tengo que echarle una mano a bajar las cosas de Navidad para ponerlas mañana.”
- “Ah bueno, no te preocupes. Ten cuidado con el coche por favor, no sé que haría yo sin ti.” – Le respondí enseguida, sin ni siquiera pensar en lo estúpido de la excusa.
- “¡Claro! No voy a dejar que al novio de mi novia le pase nada.” – Dijo soltando una carcajada amistosa. Me imaginé como guiñaba el ojo, como cada vez que me decía esa frase, y volví a sentir ese cosquilleo.
La puerta de la casa se abrió de golpe y entró mi padre.
“¡¿DÓNDE ESTÁ MI CENA?! ¡¿DÓNDE ESTÁ MI PUTA CENA?!”
“Cielo te tengo que dejar que ha llegado mi padre”.- Colgué el teléfono. – “Está encima de la mesa.”
¡CALIÉNTAMELA!
Está caliente. Recién hecha.
¿ME ESTÁS VACILANDO O QUÉ? ¡¿QUIERES QUE TE META DOS HOSTIAS CACHO ZORRA?!
Ya volvía a empezar lo de siempre, y ya sabía como terminaría. No tardé en coger mis cosas y salir corriendo de casa. Pegué un portazo, y enseguida rompí a llorar... pero pensé en él. Él me apoyaría... que rabia que hoy no pudiera verle... le necesitaba. Aunque ya sólo el hecho de pensar en él me tranquilizó bastante.
Eché a andar por la calle, sin saber a donde ir, preocupada por mi madre, que seguía en casa. Pero volví a pensar en él, un rayo de luz iluminó mi corazón. Me sentí aliviada.
Llovía bastante, pero me sentaba bien. Veía como las gotas se estampaban contra el asfalto de forma graciosa y salpicaban. Los niños corrían con sus botas y saltaban en los charcos. El cielo se reflejaba en el suelo. Él me había enseñado a ver bonitas las cosas que a primera vista no lo son. Él me había explicado cómo ser feliz con muy poco. Realmente me había regalado la vida.
Me detuve delante de un parque a ver a los niños jugar, y a las madres con los paraguas. Me gustaría formar algún día una familia. Seguro que él sería el padre perfecto. Seguí andando hacia el descampado. Siempre me gustó ese sitio, era como los de las películas. Sólo que más pequeño. Íbamos muy a menudo a ver anochecer ahí, y eso me llenaba, me encantaba compartir esos momentos tan especiales. Y hoy aunque estuviera sola, disfrutaría con sólo imaginarme que el estaba conmigo. Era un sitio delicioso, y además fue allí donde empezó todo. Seguía lloviendo, y las nubes parecían preciosas, con esos tonos morados y grises, iluminadas por algún rayo repentino. “Que espectáculo” pensé. Ya casi había llegado al sitio.
En el parking había aparcado un coche gris igual que el suyo. Me reí por la jugarreta del destino. Pero la sonrisa se me borró de la cara al comprobar que era también la misma matrícula. El corazón se me aceleró. Y fui corriendo al coche para ver si él estaba dentro.
Llovía a cántaros. Mire por la ventanilla y sentí como mis entrañas se retorcían por dentro. Estaba paralizada. En estado de shock. Pegada ala ventanilla boquiabierta, observaba detenidamente. Realmente era él. Estaba penetrando a esa puta. A la puta de mi mejor amiga. Observaba, no podía moverme. Ella gritaba y gemía de gusto. El se la follaba con ímpetu. Le agarraba los pezones, mientras la jodía por detrás, como me hacía a mi. La besaba con pasión. Ella se sacó el miembro de su vagina, y empezó a chuparlo como si fuera un dulce exquisito. Reaccioné. Salí de mi asombro, caí al suelo, muerta. Muerta por dentro. Vacía. Sin aliento. Sin consuelo. Muerta. Eché a correr a casa. No sé si me vió. No me importa.
Llegué empapada, tosiendo, y llorando, cagándome en la puta madre que parió a la tormenta. Me desplome en mi cama. Mi padre entró en mi cuarto.
-¡¿Qué coño crees que estás haciendo?! ¡LIMPIA LA MESA QUE YA HE ACABADO DE CENAR, VAGA DE LOS COJONES! – No le oí, o no quise hacerlo, no lo sé, no me interesa.
Me agarró por el brazo y me tiró contra la pared.
-“ ¡¿HIJA DE PUTA, TE HAS VUELO SORDA O ES QUE QUIERES QUE TE META UNA PALIZA?!- No respondí. Me soltó un puñetazo y me abrió el labio. Me levanté del suelo. Llorando. No me dolió el puñetazo. Apenas me enteré. Salí al pasillo. La puerta de la habitación de mi madre estaba entre abierta. Tenía el ojo morado y una brecha en la ceja. Se estaba dando ella misma los puntos.
- “¡QUÉ COJONES ESTÁS MIRANDO! TIRA PA LA COCINA. A la puta de tu madre la educaron mal. La próxima vez que no tarde en recoger y así no tendrá que darse puntos.”
Llegué a la cocina. Entonces lo tuve claro. Cogí el cuchillo y me abrí el cuello. Un macabro espectáculo, la cocina llena de la sangre que saltaba a borbotones.
-“Recoge tu propia mierda".- le grité a mi padre con el último aliento.
-“¡¡PUTA Y MIL VECES PUTA. COBARDE. TE FALTAN COJONES. COMO SE NOTA QUE ERES HIJA DE TU PUTA MADRE!!.
Nadie necesitaba explicaciones. Yo ya no tenía nada en este mundo. Quizás mi madre... Ella entró en la cocina para ver que había pasado. Se abalanzó sobre mí al verme, llorando desconsolada. Nunca la había visto llorar. Pero mi padre le pegó una patada y la tumbó.
-“MIRA QUE PUTA HIJA HAS PARIDO ZORRA... COBARDE, COMO TÚ.”
Se levanto llorando, pero mi padre ya había cogido mi cuchillo y se lo había clavado en el vientre.
-“ ¿Qué querías putita?”.
Mi padre la mató. No sé si a mi también, o fui yo misma. O fue aquel que me dio la vida el mismo que me la quitó.