Una Unión Europea que teme por el euro, duda sobre su futuro y espera este viernes poner las bases para la recuperación de una confianza popular y de los mercados minadas por la crisis, tiene una cosa clara: el club de los Veintisiete va a seguir creciendo. Con la incorporación de Croacia el 1 de julio de 2013, la Unión pasará a ser la de los Veintiocho. A primera hora de este viernes, Croacia suscribirá en Bruselas su tratado de adhesión a la UE y desde ese momento pasará a participar en las instituciones comunitarias, incluido el crucial Consejo Europeo de ese día, en calidad de observador. Más dudas hay de que los líderes europeos concedan a Serbia el estatuto de candidato ambicionado por Belgrado.
El tratado de adhesión será solemnemente firmado por los líderes de los Veintisiete y por el presidente y primera ministra en funciones de Croacia en una ceremonia que intentará transmitir normalidad y confianza en el futuro, pese a todo lo que está ocurriendo fuera. La Unión confirma así su compromiso con la perspectiva europea de los Balcanes.
La adhesión formal pasa por un referéndum previo, que Croacia organizará a principios de 2012, y la ratificación de la ampliación en los otros 27 Estados de la Unión. Un sondeo de opinión realizado en julio en el país balcánico daba un 52% de apoyo popular a la idea, con un 38% de opiniones en contra. Bruselas da por hecho que no habrá contratiempos.
Zagreb obtuvo el estatus de candidato en junio de 2004 y comenzó en octubre de 2005 unas negociaciones de adhesión concluidas el pasado junio. En total, pues, seis años de proceso.
Serbia aspira ahora a que la UE le conceda la condición de candidato, plan que obstaculiza la situación en Kosovo. Alemania y Austria han sido particularmente beligerantes sobre el particular, acicateados por los incidentes de la pasada semana en la región norteña de Mitrovica, en los que resultaron heridos una treintena de soldados germanos y austriacos. “El camino de Serbia a la UE pasa por la normalización de relaciones con Kosovo”, declaró la canciller Angela Merkel en el Bundestag. “Lamento que Serbia no haya respondido a las expectativas y, por lo tanto, no se cumplen las condiciones para concederle el estatus de candidato”.
Eso fue el viernes de la pasada semana en Berlín. Entretanto la situación parece haberse encarrilado sobre el terreno con el acuerdo para desmantelar barreras y crear controles fronterizos oficiales entre Serbia y Kosovo. El vicecanciller y ministro de Exteriores austriaco, Michael Spindelegger, ofrecía ayer una solución intermedia: otorgamiento de oficialidad a la candidatura serbia, pero solo “de pruebas”. Su idea es que la decisión definitiva se adopte el próximo mes de marzo en función de cómo se haya portado Belgrado con Kosovo de aquí a entonces.
España es partidaria de la adhesión serbia como lo es Suecia, cuyo ministro de Exteriores, Carl Bildt, no se atrevía ayer a asegurar que Belgrado vaya a ser elevado a candidato a la adhesión.
Unos 6.700 soldados de la OTAN cumplen misiones de seguridad en Kosovo, y sobre ellos ha recaído en los últimos meses el grueso del control en Mitrovica. Preguntado Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN, sobre la relación entre Serbia y la UE ha respondido: “Creo que cualquier paso que se dé para mejorar la relación entre los países de la región y las estructuras euroatlánticas, incluidas la Unión Europea y la OTAN, beneficiará no solo a la región sino a Europa en su conjunto”.