Por introducir la parte política del asunto, es curioso ver como ha mutado en el tema la izquierda y la derecha:
Las respuestas a las demandas de ayuda han sido peculiares. Se les dice que existe mucha gente en el campo que está forrándose gracias a las ayudas europeas sin tener siquiera que cultivar; o, como Pepe Álvarez, secretario general de UGT, se insiste en que las movilizaciones provienen de “la derecha terrateniente y carca”, o que se trata de colectivos reaccionarios que niegan a sus trabajadores un salario digno. En resumen, la España facha.
Desde el punto de vista ideológico, las izquierdas españolas, tanto PSOE como UP, han girado hacia la conversión en partidos progresistas y su ideario, digitalización, feminismo, cosmopolitismo y lucha contra el cambio climático, está muy alejado de las prioridades de estas poblaciones. En segunda instancia, tampoco la izquierda ha logrado tejer una articulación ideológica que ponga a los autónomos, a los pequeños empresarios y a la gente de la periferia de su parte. Más al contrario, se perciben como invisibles para esos partidos. Y tampoco aparecen señales que permitan el optimismo a medio plazo: la forma en que se está aplicando fuera la transición ecológica, y lo que se ha anunciado que ocurrirá aquí, va a poner todavía más en contra de la izquierda a estos sectores sociales. Francia es un buen ejemplo.
Sin embargo, el camino habitual de salida de estos problemas ha sido la vía nacional. Eso es lo que prometió Trump, lo que impulsó el Brexit y lo que está haciendo Salvini, por citar ejemplos recientes. Su apuesta es claramente proteccionista: no cambian el funcionamiento del mercado pero prometen proteger a los nacionales de la injusta competencia exterior. Quizá los elementos más novedosos en este sentido se den en el Rassemblement National de Marine Le Pen (y en algunas derechas del norte de Europa), que apuesta por el consumo de proximidad y la defensa de los productos locales también desde el ecologismo
#89 Con esos precios, lo que no se es como no se ha ido todo ya a tomar por saco, sinceramente. Eso es insostenible.
#103 La culpa no es del SMI. La subida del SMI simplemente les ha subido los costes laborales un 40% en un año, en un sector que ya trabajan a pérdidas. Es simplemente el último clavo del ataúd, y la mecha que ha prendido para las protestas.