#281 Hombre compañero Tripas, he estado ocupadillo en los últimos días para conectarme a MediaVida, pero no me gustaría que algo así se interpusiera en la cordial relación que tenemos, así que he aprovechado un espacio libre que me ofrece el excelentísimo programa de Bolonia para contestarte, pues tengo bastante tiempo libre al no poder compatibilizar mis estudios con mi trabajo. Ya se sabe, cosas del sistema, pero es un precio justo a pagar a cambio de la subida del precio de la matrícula, la reducción de horas lectivas y la entrada de las empresas de trabajo temporal en la universidad -cosas del socialismo, y culpa de Stalin, que desde las montañas de Tora Bora dirige junto a Bin Laden las actuaciones del gobierno ultraizquierdista de Zapatero y los etarras.-
Acabo de leerme tus múltiples respuestas, y tus bendiciones a un sistema que da más libertad de movimiento a la moneda que a las personas, y veo un interés inusitado por tu parte en que te responda en lo que has dicho en #90, unas cifras que realmente no te importarán demasiado, pues la gente que se sigue muriendo de hambre y esté explotada en fábricas en condiciones laborales infrahumanas por compañías multinacionales es porque tiene la capacidad decisoria de hacerlo, vamos a llamarle libertad individual, concepto que gustas mucho de usar y necesitas sacar a la palestra constantemente porque realmente la única libertad existente en este sistema es la de morirse de hambre y aprovecharse del trabajo ajeno. Yo no suelo usar ese término mucho, pero cuando tu único argumento se reduce a llenarte la boca hablando de libertad y de lo bien que estamos viviendo ahora bajo un sistema que nos condena a la miseria y a la perversión, he de tirar de tu misma palabrería para explicarte que no todo es tan bonito fuera de tu burbuja.
Pero hombre, veamos los datos. No sin antes hacer referencia a unas breves líneas de panfleto que a muchos gustaría prohibir en vuestro reino de la libertad, el manifiesto comunista.
La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores.
La burguesía, a lo largo de su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación de vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la asimilación para el cultivo de continente enteros, la apertura de ríos a la navegación, poblaciones enteras surgiendo por encanto, como si salieran de la tierra. ¿Cuál de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?
Como vemos, Marx escribió no que la burguesía era malvada por naturaleza y debía ser derrocada sin razón. Marx lo argumentó de forma coherente, y explicó que se trataba de una clase sumamente revolucionaria, que aplastó todas las relaciones sociales feudales para colocar en su seno las relaciones de producción burguesas. Es más, existe a partir de mejorar constantemente sus medios de producción, esto es sobretodo, la productividad, con tal de subsistir. Es el único sistema social que puede originar el socialismo, al desarrollar hasta tal punto los medios de producción que el ser humano tendrá que trabajar unas pocas horas al día para producir lo mismo que años antes, y dar a luz así unas nuevas relaciones de producción que se levantarán sobre las antiguas del capitalismo.
Por tanto, el progreso burgués es innegable. Pero tus estadísticas no van por ese camino. El problema del hambre es un fenómeno desconocido hasta relativamente poco, concretamente unos 200 años. Antes podía haber una hambruna y simplemente te morías, pero el problema actualmente no reside -ni mucho menos- en la falta de comida, si no que en que hay gente que no tiene recursos, esto es, dinero, para comprar comida. De hecho, gracias al nivel de productividad que han alcanzado los medios de producción capitalistas se tiran anualmente millones de toneladas de comida al mar para mantener los precios -en la presunta ley de la oferta y la demanda todo vale-. Tampoco es casualidad que a lo largo de 100 años de dominio capitalista han muerto más de 100 millones de personas en guerras la raíz de la cual se encuentra en el sistema socio-económico capitalista. Pero claro, sólo es divertido arremeter contra las cifras del teórico comunismo.
Al tratarse la hambruna crónica y masiva de un fenómeno tan reciente, solamente faltaría que el sistema no hubiera reducido, sería incluso insultante para un sistema social humano, y supondría incomprensible si se sigue el método de Hegel, al tratarse entonces el capitalismo de un sistema incluso peor que el modelo feudal. Precisamente su progreso es el que reafirma el pensamiento hegeliano, y con él el marxismo, pese a que muchos gustaría por fin de dar muerte. La barbarie, tal y como escribieron Engels y Rosa Luxemburgo, es el retroceso histórico en términos absolutos, y no llegará hasta que las tasas de acumulación de capital que se han dado todo este tiempo lleguen a su límite. La concentración de capitales a manos de los grandes imperios bancarios está reafirmando y vitalizando de nuevo la doctrina de Marx, por eso estáis tan empeñados en salir con vuestras estadísticas y mentiras de todos los colores, mientras acumuláis capital a costa de todos los trabajadores. Yo sólo sé que mi generación es la que va a cobrar sueldos de mierda, la generación precaria que tendrá títulos que no le servirán para nada, la que esperáis ansiosos para arremeter contra los derechos laborales por los que nuestros abuelos lucharon y murieron.
Para finalizar, a mí el monstruo del coco que me han inculcado durante toda mi educación es el fantasma de la mano invisible y la libre competencia, la de la razón humana que se sobrepone al contexto de manera innata, la de la alienación sistémica que se adoctrina en las escuelas para hacernos creer que no hay alternativa a un sistema injusto, que crea unas desigualdades sociales que no conocen límite alguno.
Por cierto, el mío también combatió en la guerra civil, y no lo hizo por defender unos ideales como tu abuelo, si no porque era lo que tocaba a la gran mayoría de la gente en una época tan sumamente jodida. Espero que te haya gustado la respuesta, y puedas por fin dormir tranquilo.