Julio César, el mejor general de Roma

Si tuviéramos que definir el carácter de Cayo Julio César con una cualidad, esta sería el orgullo. En la Roma antigua se tenía en mucha consideración lo que ellos denominaban la dignitas, que abarca un concepto más amplio que lo que hoy consideramos dignidad (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Dignitas). Para los patricios, o nobles de la época, la dignitas lo era todo, puesto que dependían de ella para conseguir responsabilidades en el senado, influencia y, consecuentemente, dinero y poder. Así pues, todas las familias patricias procuraban cuidar siempre este rasgo pero César llevó este hecho hasta el extremo. Él tenía que ser perfecto en todo y, en muchos, aspectos lo consiguió. A pesar que se le conoce principalmente por sus gestas militares, fue un excelente jurista, abogado y un gran escritor con un dominio del latín igualado por pocos de sus contemporáneos (incluso el mismo Cicerón sintió envidia de Cayo en muchas ocasiones al verse superado por su prosa). Además dominaba muchos idiomas a parte de los “obligatorios” griego y latín; sabía hablar diversos dialectos galos, tenía vagos conocimientos de alguna lengua germana y es posible que dominara alguna lengua del este como el hebreo. No satisfecho con esto, se le atribuye siempre una belleza excepcional, que usó junto con su carisma y fuerte personalidad para conquistar a todas las mujeres que se cruzaban en su camino, teniendo especial predilección por las esposas de sus rivales políticos, cosa por la que acabó pagando un precio muy alto al ir incrementando el número de enemigos. Pero eso no era todo, también destacó en el apartado religioso, siendo nombrado Flamen Dialis cuando sólo era un adolescente –muy probablemente en contra de su voluntad – y más adelante fue Pontífice Máximo, que era el cargo más elevado de la religión romana. Finalmente, fue un excelente ingeniero, como demostró en la construcción de puentes o en los asedios de Alesia y Avaricum.

Naturalmente uno podría explayarse mucho más en cada uno de estos temas, sobre como hizo reformas religiosas o qué escribió, pero entonces daría para un libro y no es el objeto de este escrito.

Volviendo a su carácter después de hechas las presentaciones, se entenderá que era alguien que siempre quiso hacerlo todo de forma correcta, escrupulosa, siguiendo las leyes y las tradiciones o, como dirían los romanos, acorde con el Mos Maiorum. A pesar de ser una especie de genio y tener un buen linaje, tuvo la mala suerte de nacer pobre para los estándares políticos de entonces. Pasó su infancia en el Subura, un barrio de gente humilde de todas las procedencias donde abundaba la delincuencia y los malhechores, como los barrios bajos actuales, para entendernos. Gracias a eso pudo estar en contacto con la gente de a pie durante mucho tiempo, a diferencia de los políticos influyentes que vivían en el Palatino, donde rara vez se encontraban con los problemas más urgentes de la población. Ello le condicionó fuertemente y le permitió posteriormente tratar a sus soldados de una forma más accesible que el resto de patricios cuando comandaban ejércitos, pues esos siempre miraban con altivez a la tropa y muchas veces esta respondía negativamente. De todos modos, volviendo a la cuestión económica, su falta de recursos inicial nunca fue un impedimento para conseguir lo que se proponía. Al principio tuvo que endeudarse para impresionar al pueblo y aumentar su dignitas con juegos y festividades mientras fue edil, de ahí que posteriormente necesitara aliarse con Craso, que era un hombre inmensamente rico.

Finalmente, para ahondar un poco más en el carácter, se podría decir que era un hombre muy ambicioso, aunque no un tirano. Él siempre quiso destacar por encima de los demás en todo, pero no de una forma autoritaria y por la fuerza, sino por méritos propios, lo que ellos llamaban primus inter pares (el primero/mejor entre los iguales). Como muestra de su forma de ver las cosas, se cuenta que cuando fue a Hispania con 31 años para su cuestorado (69 AC), se encontró una estatua de Alejandro Magno y se lamentó amargamente que, teniendo en ese momento la misma edad que el macedonio cuando había conquistado medio mundo, él aún no había conseguido nada destacable.

Hay que puntualizar que durante su infancia vivió muy de cerca los conflictos internos de Roma entre Cayo Mario, que era su tío, y Lucio Cornelio Sila. Estos sucesos también marcaron su forma de ver las cosas, especialmente en cuanto a la forma de hacer política ya que en esos momentos la república era poco más que una farsa con todo el senado corrompido, vendiendo cargos al mejor postor, manipulando a través del tribunato de la plebe (aunque Sila, a efectos prácticos, anuló su poder pero poco después fue restituido) etc.

Como la mayoría de los aspirantes a los cargos públicos en el senado, César empezó en el foro ejerciendo de abogado, donde destacó como ya hemos comentado en el punto anterior. Sirvió también en Asia menor, donde ganó la corona cívica mencionada en #1, que le permitía un acceso directo al senado con tan sólo 22 años (lo habitual era entrar a partir de los 30 años, exceptuando casos excepcionales como este). Una vez más pasaba por delante al resto y aumentaba la envidia de muchos.

Poco a poco fue ganándose la antipatía de cierto grupo, mayoritariamente conservador, autodenominados Optimates o Boni. Dos de las figuras más representativas del grupo fueron Marco Porcio Catón el Joven y Marco Calpurnio Bibulo. Catón el joven era un radical que intentaba emular los valores de su antepasado Catón el viejo, aferrándose a las antiguas costumbres de la república independientemente de la situación. Bibulo, en cambio, sin ser tan extremista, también se dedicó a entorpecer todo lo que pudo la carrera de César. Todas sus acciones parecen motivadas por la envidia o el miedo a que les superase en todo, que básicamente viene a ser lo mismo. Digo esto porque en ese momento nuestro amigo César aún no había hecho nada destacable y ya intentaron apartarlo de la vida pública con todas las tretas que se les ocurrieron, desde comprar votos y presentar candidaturas amañadas (cosa que por otro lado hacía todo el mundo) hasta acusaciones que derivaban en juicios cuyo principal objetivo era calumniarle, dañando así su tan preciada dignitas.

Pero pongamos ejemplos concretos: Marco Bibulo compartió consulado con César además de haber compartido previamente el edilato. Para evitar que César pudiera legislar encontró la excusa de tenerse que refugiar todo el año en su casa por cuestiones religiosas ya que tenía que observar las estrellas en busca de augurios. Según las leyes romanas, esto invalidaba cualquier legislación hecha durante ese período, así que Marco sacrificó su consulado, uno de los mayores honores a los que podía llegar un romano, simplemente para entorpecer a su rival. No contentos con esto, y para evitar que César consiguiera una provincia siendo procónsul, como era habitual después de ejercer como cónsul, ideó otra estratagema diciendo que los agricultores se quejaban que las ovejas y otros animales pasaban pos sus pastos haciéndoles perder mucho dinero; entonces propuso que excepcionalmente él y su colega se dedicarían a trazar rutas para el movimiento de ganado después del consulado.

Finalmente César, que era muy hábil, consiguió las provincias de Iliria y la Galia Cisalpina. A diferencia de lo que pueda parecer hoy en día, provincia pertenece al territorio actual de Italia, sería más o menos la región que hay hasta los Alpes, con Milán, Turín o Verona. Iliria era aproximadamente lo que hoy es Eslovenia, Croacia, Bosnia y Montenegro.

Entonces César empezó la campaña contra los galos. Sin duda alguna una de las principales motivaciones fue el prestigio personal, pero también veía que Galia podía servirle como amortiguador de las incursiones germanas, que eran tribus mucho más salvajes y peligrosas, puesto que los galos en ese momento ya llevaban mucho tiempo comerciando con los griegos y romanos y se habían vuelto algo más civilizados, especialmente en la Galia Narbonense, lo que hoy sería la Costa Azul francesa.

Inicialmente luchó contra los helvetios que estaban migrando hacia el sur presionados por los germanos, por lo que invadían los pastos y las tierras de los galos más “romanizados”. Después hizo una incursión contra los belgas y también fue a Britannia para dejarse las espaldas cubiertas ya que este pueblo tenía lazos con los belgas. Con los demás galos, que son la mayoría, procuró siempre que pudo establecer alianzas que además le proporcionaban la tan deseada caballería que habitualmente era escasa en el ejército romano republicano. Así pues, los primeros años de incursión fueron en realidad guerras contra pueblos más bien limítrofes a la Galia (lo que hoy sería Francia), primero contra los helvetios (Suiza) y después belgas y bretones (Bélgica y sur de Gran Bretaña).

Entonces, en el año 54 AC se rebelaron la mayor parte de los pueblos de la Galia con Vercingetorix al frente. Esta es la parte más conocida de toda la contienda con las batallas de Avaricum, Gergovia y Alesia.

Así pues, me gustaría puntualizar que César fue traicionado por sus aliados. Con esto no quiero decir que los galos fueran los malos de la película ni mucho menos, pues habían sido invadidos y a nadie le gusta eso; la reacción es completamente comprensible. De hecho, probablemente César y mucha otra gente hubieran hecho lo mismo en su lugar. No obstante, ello no cambia el hecho que César fue traicionado y, consecuentemente, tuvo que aplicar medidas de fuerza para volver a controlar la situación.

Uno de los episodios más usados para atacar su conducta es el que se produjo en Uxellodunum. Allí mandó cortar ambas manos a todos los hombres que levantaron sus armas contra él. Fueron unos miles, quizás cuatro mil, que después desperdigó por toda la Galia como ejemplo para los que tenían pensado sublevarse. Aunque el hecho puede parecer algo extremo, César no podía permitirse revueltas continuas y al ver que las buenas maneras con usando alianzas y tratados no habían funcionado, no tuvo más remedio que mostrar su cara menos amable. Debía asegurar la Galia a cualquier precio porque si era derrotado, la propia Roma podría haber estado en peligro en caso que los galos hubieran decidido penetrar en la península itálica. Por tanto, personalmente creo que fue una decisión acorde con la situación y de ningún modo es desproporcionada.

Antes no he mencionado que obtuvo un proconsulado especial de cinco años que después fue prorrogado otros cinco con la ayuda de Pompeyo. En la república, cuando alguien ostentaba una magistratura con imperium, y la de procónsul estaba entre ellas, no podía ser juzgado. César se aprovechó de ello y evitó ser juzgado durante todo el tiempo que estuvo en las Galias. Por desgracia suya, sus enemigos políticos no se habían quedado de brazos cruzados y habían formulado diversas acusaciones a la espera que finalizase su inmunidad. Entre otras, había la de empezar una guerra ilegal contra los galos, de la que después se benefició toda Roma. Como César estaba al corriente, quiso mantener a toda costa algún cargo con imperium para evitar ser procesado.

Para el pueblo era un héroe, puesto que había aumentado el territorio y la gloria de Roma, pero para un importante sector del senado era un problema. Así pues, no le permitieron acceder a ningún otro cargo y se le exigió que renunciara a sus legiones incluso antes que hubiera finalizado su proconsulado. Él, como no podía ser de otra forma, lo rechazó.

Ahora me gustaría hacer un pequeño paréntesis. Antes de nada quiero dejar bien claro que él fue quien desencadenó la guerra civil y, consecuentemente, es plenamente responsable de lo que pasó posteriormente. No obstante, creo firmemente que el senado y, especialmente los Boni, deseaban la guerra tanto o más que César, puesto que sabían perfectamente que él no iba a renunciar a sus legiones para ser procesado y condenado al exilio. Dicho de otro modo, no le dejaron ninguna alternativa, así que entraron en guerra también por deseo de muchos senadores.

Entonces cruzó el famoso Rubicón y pronunció la conocida frase “la suerte está echada” que, según Plutarco, no fue en latín sino en griego.

Pompeyo estaba al mando de la resistencia y tuvo que huir a grecia con los senadores que le apoyaban al no estar preparado para afrontar los ataques relámpago de César con las pocas tropas de que disponía en Italia en ese momento. Resumidamente, César venció a los lugartenientes de Pompeyo en Hispania y después al propio Pompeyo en Grecia. Este se fugó hacia Egipto y fue ejecutado justo al desembarcar por orden de Tolomeo XIII, que en ese momento estaba en guerra contra su propia hermana Cleopatra VII (la famosa Cleopatra). Al contrario de lo que esperaban, eso provocó el más profundo rechazo de César que no hubiera querido ver a su viejo amigo Pompeyo ejecutado.

De hecho intentó numerosas veces volver a formar el Senado y perdonar a todos los que se habían alzado contra él. En cierto modo nunca quiso ser un dictador totalitario, sino que quería competencia para poder destacar por méritos propios como ya se ha comentado. Algunos de los que lucharon contra él al final cedieron, como es el caso de Marco Junio Bruto o Cayo Casio Longino. Otros más radicales como Catón, lucharon hasta el final en el norte de África.

Sea como fuere, fue muy indulgente con todos los que se le habían opuesto e incluso les premió con cargos importantes, como el propio Bruto que fue nombrado gobernador de la Galia Cisalpina.

Antes de empezar con la argumentación final me gustaría decir que la moral aplicable actualmente no tiene nada que ver con la de entonces. En ese momento Jesucristo no había nacido y no había casi nadie que predicara sus valores, que son la base de la moral de la sociedad occidental actual.

Comportamiento para con el enemigo o “Por qué no era un genocida”:

César no fue una hermana de la caridad, en eso estamos de acuerdo, pero para los estándares de la época era más bien una persona que evitaba la violencia siempre que le fuera posible. Murió mucha gente por su afán de conquista y para mantener su dignitas, pero muchos otros hicieron cosas similares e incluso peores. La principal cuestión que juega en su contra es que invadió un territorio muy extenso y, por consiguiente, hubo muchas muertes. Otros, como digo, hicieron cosas peores pero, al tener un alcance mucho más local, no son tan conocidas ni debatidas.
Algunos ejemplos de lo citado en el párrafo anterior pueden ser:

1. Marco Porcio Catón el Viejo cuando fue a Hispania después de Publio Cornelio Escipión, que había hecho muchas alianzas con tribus locales, faltó a los tratados y exterminó indiscriminadamente a mucha gente, cortando extremidades sin miramientos. Esto inició más de un siglo de quebraderos de cabeza para Roma hasta que Hispania estuvo completamente subyugada. Para más información os dejo este enlace en inglés: http://en.wikipedia.org/wiki/Cato_the_Elder#Post_in_Hispania_Citerior

2. Quinto Fabio Máximo al recuperar Tarento en la Segunda Guerra Púnica, no tuvo tampoco ningún miramiento con la población local.

3. Alejandro Magno al conquistar Persépolis la hizo quemar entera, con su palacio incluido. Era una de las ciudades más bellas e importantes de la antigüedad pero, por motivos probablemente políticos, la redujo a cenizas para mandar un mensaje (el hecho que después también se comportara con indulgencia en la mayoría de las situaciones refuerza la hipótesis que fue una cuestión estratégica premeditada). Los historiadores antiguos atribuyen el hecho exclusivamente a una prostituta llamada Thais, pero dudo mucho que se queme una ciudad entera por el deseo de una persona poco relevante sin que Alejandro hiciera nada para impedirlo. Lógicamente, por cuestiones propagandísticas, a Alejandro no le interesaba que se le relacionase con el suceso, así que es posible que escribiera una versión modificada de la historia. Para más información: http://www.ancient.eu.com/article/214/

4. Cneo Pompeyo Estrabón, padre de Pompeyo el Grande, asedió Asculum en el 89 AC durante la Guerra Social contra los aliados itálicos y dejó que todos los habitantes murieran de hambre, incluso después de haber ganado la batalla. Esta medida incluía también a mujeres y niños.

5. Mario y Sila no tuvieron escrúpulos a la hora de eliminar a sus adversarios políticos mediante asesinatos. Durante las famosas proscripciones del segundo llegó a matar a sangre fría a unas 9000 romanos, entre los cuales había unos 1500 senadores y equites (caballeros con una buena posición en la sociedad). Para más información: http://en.wikipedia.org/wiki/Lucius_Cornelius_Sulla#Dictatorship_and_Constitutional_Reforms

6. Publio Cornelio Escipión el Africano y Marco Licinio Craso diezmaron ambos su ejército, práctica que consistía en que los propios compañeros debían matar a una décima parte de un ejército mediante palos y otros objetos. El primero lo hizo porque se le amotinaron y el segundo por cobardía ante las tropas de Espartaco.

La lista de barbaridades daría para una colección con veinte tomos. Y eso que estamos hablando de los pueblos “civilizados” de la época, porque si incluyéramos los reyes asiáticos, los africanos y los cabecillas bárbaros del norte que parece que quemaban a sus enemigos vivos dentro de jaulas de mimbre, necesitaríamos una biblioteca entera.

En resumen, en cuanto al comportamiento con el enemigo César no fue especialmente cruel, más bien al contrario, puesto que intentó forjar alianzas y sólo actuó de forma violenta con los galos después de ser traicionado.

Comportamiento para con los romanos o “Por qué no era un tirano”:

En lo que se refiere al trato con los ciudadanos romanos fue, si cabe, aún más indulgente. Perdonó a todos los que se le opusieron y los premió con cargos de responsabilidad, lo que al final condujo a su propio asesinato. La mayoría de personajes históricos similares, como el propio Sila, aniquilaron completamente a sus enemigos cuando tuvieron ocasión y hay que tener en cuenta que César estaba en posición como dictador de Roma y vencedor de la guerra civil para ejecutar a los cabecillas sin ninguna posibilidad de represalia, tanto interna en el propio pueblo romano como externa.

Es cierto que se autodesignó dictador para restablecer el orden en la república después de la guerra. La medida me parece comprensible dada la situación ya que en tiempos de conflicto hace falta un gobierno firme que conduzca las cosas en una dirección determinada y de hecho por eso se creó precisamente esta magistratura, que era completamente legal. El problema es que no podía durar más de 6 meses y debía estar ratificada por el Senado, y él ejerció como dictador durante más de 5 años hasta que murió asesinado. Es posible que quisiera permanecer en el puesto de forma indefinida, aunque nunca se sabrá porque le mataron repentinamente, pero aun aceptando que quisiera concentrar todo el poder en sí mismo, nunca hizo nada propio de un tirano. No mando matar a nadie ni se benefició personalmente de la situación más allá del prestigio que conllevaba ese cargo.

A este respecto, Augusto fue muchísimo más implacable con sus adversarios y poca gente lo considera un tirano. Es más, normalmente se muestra como un ejemplo de un buen emperador, eficaz y que permitió que Roma alcanzara finalmente la mayor de sus glorias (opinión que comparto, pero ello no quita que fuera un tirano en muchos aspectos).

Para los que les interese este tema de la república tardía les recomiendo que lean la serie Masters of Rome de Colleen McCullough. Consta de siete libros de unas 800-900 páginas cada uno y trata todos los hechos con mucho detalle, empezando por Cayo Mario, pasando por Lucio Cornelio Sila, Cayo Julio César, Cneo Pompeyo Magno, Marco Licinio Craso y acabando con Marco Antonio, Cleopatra y Augusto.