¿Os imagináis que llegue el día en que un bien tan primario y vital como el agua se lléguese a restringir a la población según criterios de mercado, es decir, criterios exclusivos? ¿Un día en el que la mismísima agua que cae del cielo ya tuviese propietario y se te sería totalmente ilegal acumularla como a la vez consumirla?
Pues bien, ese día llegara. O más bien dicho, ya ha llegado e incluso lleva años haciendo apariciones tétricas en algunos lugares de la tierra.
La perspectiva de que dos tercios de la población mundial no tendrá acceso al agua potable en 2025 ha provocado los primeros enfrentamientos en una batalla global por el control del recurso más básico y vital del planeta.
Estoy hablando de la famosa guerra del agua.
Mi intención al abrir este thread no es únicamente dar a conocer este acontecimiento que más de uno ignora, sino también abrir un debate (a poder ser más o menos serio) entorno como podría realizarse una gestión correcta sobe este bien pero que mismamente no sea exclusivo ya que, según mi opinión, encuentro aberrante que un bien tan primario y vital como el agua pase a ser redistribuivo por criterios exclusivos.
Voy a dividir la post en tres apartados. El primero que tratara sobre una exposición y explicación, que intentare hacerla de la forma más objetiva posible, sobre el problema en sí. Una segunda parte en la que expondré el caso de Cochabamba (Bolivia) como evidencia empírica del inicio de este conflicto. Y como ultima parte daré mi opinión personal sobre el tema en cuestión.
Empecemos!
Exposición del problema
Un estudio meticuloso de la FAO (uno de los departamentos dentro de Naciones Unidas) publicado el año 2006, evidenció el hecho de que el consumo del agua ha crecido a un ritmo más de dos veces superior al de la población mundial.
Este informe, a partir de distintos análisis sobre el consumo del agua, explica que si el consumo de este bien y el crecimiento continúo de la población mantiene los mismos parámetros hasta ahora, en el año 2025 unas 1800 millones de personas (2,5 veces la población europea) vivirán en países o regiones con una drástica falta de agua, y dos tercios de la población mundial tendrá que enfrentarse para el control de este bien.
Ante el análisis de este problema nos da a entender que la gestión sostenible, eficaz y equitativa de unos recursos hídricos cada vez más escasos será un desafío clave para los próximos cien años.
Delante de este dilema ha aparecido el debate sobre privatizar o no este recurso.
La privatización tiene distintas caras y no todas ellas son negativas (según que perspectiva), ni mucho menos. Para empezar hay que tener en cuenta que la privatización significa básicamente situar el recurso bajo los parámetros del mercado, realizando éste el rol de redistribución. Es una evidencia de que ese rol redistributivo que juega el mercado es un rol exclusivo, ya que sigue un criterio de precios. Pero mismamente también hay que evidenciar que, sobre el papel, el mercado aplica una lógica racional a dicha redistribución.
Más de uno se estará preguntando en estos momentos a que me refiero cuando hablo de lógica racional del rol redistributivo del mercado. Es bastante sencillo, el recurso en cuestión al adquirir el estatus de propiedad privada en él aparecen unos intereses, que lógicamente los defensores de estos intereses serán el/los propietario/s. Desde esta perspectiva hay que reconocer, sin timidez alguna, que estos intereses seguirán un criterio racional sobre la gestión eficiente de estos mismos, lo que significa no hacer de ellos un “mal uso”.
Esta ha sido una brevísima explicación teórica que acabo de hacer sobre la lógica del mercado y su rol redistributivo racional. Y es muy importante tenerla presente a la hora de analizar el debate sobre la privatización o no de dicho recurso.
Pero claro, al adquirir el mercado rol redistributivo a partir de los precios, vemos que esta redistribución no es universal ya que excluye a la gente que no pueda permitirse dichos precios o directamente afecta a su calidad de vida al tener que invertir esfuerzos para poder suplir dicha demanda. Puede parecer una tontería, pero para nada lo es.
Para exponer de forma correcta lo referido en este ultimo parágrafo daremos paso al segundo punto de este post y analizaremos el caso de la privatización del agua en Cochabamba (Bolivia).
El caso de Cochabamba
Cuando los bolivianos intentaron refinanciar los servicios de agua pública de su tercera ciudad más grande, el Banco Central Mundial le exigió que fuera privatizada. Y junto a un apoyo de un gobierno conservador presidido por el antiguo dictador Hugo Banzer se realizó dicha privatización.
Fue entonces que tras un acuerdo firmado entre gobierno y multinacional se decidió privatizar el agua y esta pasó a ser propiedad privada de las corporación Bechtel de San Francisco (EE.UU.), incluso la que caía del cielo.
(Imagen sacada de la noticia en donde dicha corporación firmo un acuerdo millonario en donde en ella recaía el deber de reconstruir Iraq, se ve en ella la fuente de ingresos en distintos países y continentes que recibió en los últimos años.)
Esta decisión fue un golpe muy bajo para la población de Cochabamba que tienen una limitada calidad de vida (hablo de el grueso importante de la población, ofc), ya que tuvieron que reducir aún más esa limitada calidad de vida para poder hacer frente a las facturas del agua. El gobierno fallo su cálculo racional al intentar convencer de la necesidad de dicha privatización a sus ciudadanos y a lo otros muchos que la calificaron como una política arbitraria y esto se llevó al punto en que apareció un conflicto tanto social como político. Fue una decisión no legitimada por su ciudadanía que mostro la ausencia total de poder y soberanía democrática.
Muchas familias que cobran 2 euros al día se vieron totalmente obligadas a pagar una cuarta parte de su bajo salario para poder cubrir la imposición de una nueva factura. El conflicto social fue a más, y las protestas y los disturbios no hicieron más que proliferarse.
Hasta el punto en que el gobierno, inducido por los intereses de la empresa privada, movilizo el ejército.
Debido al impacto que tuvieron unas imágenes televisivas en las que capturaban a un soldado vestido de civil disparando con un fusil directamente que entre muchos heridos se vio como mató a un joven estudiante de 17 años. Hubo una verdadera ira popular que acabó realizando una significativa protesta la cual ante un desastre inminente tanto el ejercito como la policía nacional se dirigieron hacia los propietarios de Bechtel y les confirmaron que ya no podían garantizar su seguridad, lo que significo la retirada de esta empresa privada.
Más adelante, después de distintas asambleas la “Coordinadora del Agua” firmo un nuevo tratado con el gobierno que conllevo a la normalización del recurso del agua.
No contenta con toda la mano que le intento meter a la población, la corporación Becthel, a través de un tribunal secreto del Banco Mundial, solicitó una compensación de 25 millones de euros por su perdida en Bolivia.
El conflicto se cobro 6 muertos y a 175 heridos, incluido un niño que se quedo ciego por los gases lacrimógenos.
Para quien sienta más curiosidad sobre este tema os recomiendo la película española “También la lluvia” que muestra un enfoque bastante interesante sobre este conflicto.
Mi opinión personal/Conclusión
Hasta ahora he intentado exponer el caso de forma objetiva, pero ahora ha llegado el momento de que me saque el traje de politólogo y de a conocer mi opinión sobre este tema, que obviamente se trata de una opinión de una persona que tiene sentimientos, ideología y su punto de vista, es decir, subjetividad.
Sin duda alguna encuentro que según los datos que exponen los informes sobre la falta de agua puedo afirmar que estamos ante una situación preocupante. Es necesario, cuanto antes, ponerse manos a la obra sobre este tema y evitar que la famosa guerra del agua nos lleve a un punto de conflicto de intereses en donde puedan haber muertes o incluso guerras entre países (un símil sería Iraq y las guerras del petróleo). Sin ir más lejos el caso de Cochabamba es una evidencia empírica, la cual se debería de analizar muy detenidamente porque desde un punto de vista científico-social se trata de un ensayo de un inicio de implementación de privatización del agua.
Al principio de la explicación, durante la primera parte del post, expuse la teoría y la lógica del mercado y su rol redistributivo racional.
Como no es de extrañar la teoría dista de la práctica, ya que podemos ver que el mercado no es perfecto y es imposible que se autoregule siempre (hasta un liberal clásico como Adam Smith acepta y da a conocer que el mercado debe ser intervenido en algunos casos concretos). La constante hegemonía de empresas privadas y corporaciones, tanto en las esferas social como política hasta la pública e incluso individual, da a paso a un abuso del poder por parte de los propietarios en cuanto estos realizan operaciones como carteles empresariales secretos. O se dedican a “hacer política” desde un despacho de San Francisco mientras en Cochabamba hay un conflicto social muy importante.
Sin duda alguna el criterio teórico del rol redistributivo racional del mercado es un aporte muy importante ante el debate que se plantea, pero aunque parezca mentira el mercado no obedece ni criterios éticos ni morales (esto puede ser a la vez una crítica y virtud del mercado), sino criterios de eficiencia, que hasta cierto punto hasta yo admito y defiendo.
El otro día mientras realicé una de mis lecturas sobre el liberalismo me sorprendió la conclusión a la que llego Murray Rothbard (una figura relevante de la escuela austro-liberal) sobre la aplicación de medidas según el criterios de eficiencia, cito el fragmento:
“Concluyo que no podemos decidir sobre la política pública, los
agravios, los derechos u obligaciones, sobre la base de la eficiencia
o la minimización de costos. Pero si no son los costos o la eficiencia
¿entonces qué? La respuesta es que sólo los principios éticos
pueden servir como criterios para nuestras decisiones. La eficiencia
nunca puede servir de base para la ética; por el contrario, la ética
debe ser la guía y piedra de toque para cualquier consideración
sobre la eficiencia (1997b, 272).”
Me sorprendió ver como una figura importante de la escuela austro-liberal fue capaz de concluir que no se han de tomar medidas a partir de criterios sobe eficiencia (algo que muchos liberales, no solo del foro sino gente de a pie o incluso académicos defienden) sino por principios éticos.
Sin duda alguna coincido con dicha conclusión, tendríamos que basarnos en principios éticos a la hora de implementar una decisión, y si además van seguidas de un criterio eficiente mucho mejor, siempre se puede estudiar la mejor posibilidad a aplicar. Y yo, como buen socialdemócrata que soy, para mí no sería algo ético y moral restringir o excluir un bien vital como lo es el agua privatizándolo, que aunque sin duda alguna en términos de eficiencia significaría una mejor gestión del recurso significa una factura más que hay gente en el mundo que no puede cubrir o significa una importante reducción en su calidad de vida. El agua es un recurso administrado por monopolio natural y no es un bien finito, además de ser un bien vital para el ser humano.
Se debería de estudiar un modelo que permitiese la buena gestión de ésta pero que mismamente permita un uso suyo universal. Es difícil pero no es imposible a la racionaldiad del ser humano poder crear un modelo asi.
Por otro lado me gustaría abordar otra visión sobre el problema. La gente se preocupa sobre la gestión del agua potable, pero me extraña que nadie se haya hecho la sencilla pregunta de cómo puede llegar a ser un problema el agua cuando vivimos en un planeta el cual sus dos terceras partes están cubiertas de agua:
¿No sería posible crear un modelo de potabilización de agua masiva?
La verdad es que yo personalmente no tengo respuesta ante esta pregunta ya que yo no entiendo ni pio sobre los procesos de potabilización y desalificación del agua. Pero de la misma forma que los gobiernos, estados y mercados gastan un porcentaje brutal en industrias como la armamentística.
¿A caso no sería posible invertir aunque fuese tan solo un 0’1% del PIB de los diferentes países para dedicarlo en I+D y encontrar respuesta y modelo ante la pregunta que he planteado aquí arriba?
Pues a primera vista parece ser que no hay mucho interés, y el problema está en que tanto gobiernos, como empresas o inversores solamente suelen fijarse en medidas a corto plazo.
Hablar de inversiones para solventar problemas como este del agua, que son inversiones de largo plazo para poder anticiparnos a un posible conflicto social a nivel internacional parece que no importan a nadie o a poca gente. O incluso hay casos de gente que le interesa que no haya este tipo de inversiones para poder pasar el agua y colocarla en el mercado para si una vez privatizado dicho bien especular con él.
Sin duda alguna concluyo que esta egoísta visión a corto plazo generalizada tanto por empresarios, políticos y ciudadanos es por desgracia algo inherente a nuestra naturaleza que evidencia a nuestro limitado zoon politikon.
¿Y tú qué piensas sobre la guerra del agua?
¿Estás a favor de la de privatizar este servicio pese a no ser un bien superfluo?