El documental Una mosca en una botella de Coca-Cola, una producción audiovisual de Producciones CMI para el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) - Paz con Dignidad, analiza los medios de comunicación que operan en el Estado español y su forma de tratar a los gobiernos populares de América Latina. Tomando como referencia varios textos de Pascual Serrano, en el documental se pregunta hasta qué punto los grupos privados que controlan casi todo lo que se lee, se ve y se oye, obligan a sus medios a defender sus intereses económicos a costa de la verdad y la ética periodística.
LA VOZ DE SU AMO
“La propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario”
Noam Chomsky
Le invito a hacer un experimento: pregunte a un español al azar por Hugo Chávez. Lo más probable es que después de algunos insultos acaben saliendo expresiones como caudillo, dictador, perpetuarse en el poder, régimen, monopolio de los medios, o el celebrado y maleducadamente monárquico “¿por qué no te callas?”. Estas reacciones son una consecuencia probable del trato que los medios daban y dan al fallecido presidente venezolano y a tantos otros líderes latinoamericanos de izquierda. Un trato y una información más cercanos a la persuasión y la desinformación que a la responsabilidad periodística. Una “información” que emana de unos medios de comunicación completamente sesgados por el control de sus amos, grandes grupos empresariales que obligan a anteponer sus intereses a la verdad, en detrimento de una población dócil.
Como ya ha señalado Vicenç Navarro en varios de sus artículos (p.e. 1 y 2) uno de los varemos con los que medir la calidad democrática de un país es la diversidad ideológica de sus medios. En España esta diversidad es más que cuestionable y, como apunta Navarro, es más fácil encontrar en Venezuela un artículo contrario al chavismo que uno que lo defienda en la prensa española. Una prensa que se dice independiente y valedora de la democracia, y que como apunta Una mosca en una botella de Coca-Cola está condicionada por los intereses de sus dueños.
Una mosca en una botella de Coca-Cola a través de la denuncia de la parcialidad de los medios españoles a la hora de tratar los procesos políticos de América Latina, pone el foco en los verdaderos intereses que mueven sus inclinaciones, que no son otros que los de los grupos empresariales que les auspician y poseen. A eso responde el título del documental: los medios pueden criticar a políticos e instituciones (con mayor o menor virulencia) pero nunca publicarán la noticia de que se ha encontrado una mosca en una botella de Coca-Cola, o por miedo a que le retiren la publicidad, o por pertenecer el medio en cuestión al mismo grupo empresarial que la marca criticada.
En su denuncia de la escasa diversidad informativa de nuestros quioscos y cadenas, el documental se muestra coherente al presentar interlocutores y visiones plurales, sin por ello abandonar su posicionamiento y su intención. Esta postura por la que opta el documental se sitúa del lado de los procesos latinoamericanos de izquierdas -desde el bloque del ALBA hasta los menos radicales como es el caso de Argentina- tratando de aportar nitidez a la enturbiada imagen que se difunde en España, y culminando su defensa con un contundente “Democracia significa exprópiese”.
Que los medios de comunicación no son objetivos lo aprendimos hace mucho. Que todos tienen una ideología, una tendencia y unas afinidades también. Que hay ciertos intereses ocultos detrás de ellos es algo que sospechábamos desde la guardería, pero documentales como Una mosca en una botella de Coca-Cola nos ayudan a poner cara/marca a los hilos que mueven esos medios y de paso alejarnos de las posibles acusaciones de conspiranoias. Para informarse y mantener el pensamiento crítico es importante saber quién te está informando, para así entender el por qué de su enfoque, cuáles son su intención y sus intereses.
yo opino, en resumen, porque lo iré debatiendo en el hilo , que los medios públicos deben de estar regulados por leyes que impidan el uso de estos como plataformas propagandísticas y como un negociete de amigos.
Los medios privados no deben estar en manos de la banca exclusivamente como todos los medios privados y me gustaría que hubiese más cadenas o prensa privada de la ciudadanía normal y no que todas las buenas ideas acaban siendo controladas por las mismas manos.Por tanto, quiero un reparto de los medios privados entre la ciudadanía.