No me va a comparar, jovencito, no me va a comparar. Antes el fin del mundo era otra cosa. Y mire que yo pasé por varios fines del mundo, ¿sabe?. Sí, ya sé que el mundo no se terminó nada, es una forma de decir, como cuando uno dice "tengo tanto apetito que me comería un caballo", no quiere decir que uno se vaya a comer un caballo, porque dígame adónde se compra uno un caballo, y si se lo compra cómo lo cocina, no me va a decir que además se lo quiere comer crudo. Tenga cuidado, joven, no conviene comer carne cruda, que hay unos microbios malísimos para la salud que viven en la carne cruda y hay que ponerlos a la parrilla para que se mueran. Ahí está, ya me cambió de tema, yo lo que quería decirle era que antes los caballos eran otra cosa. No, no, el fin del mundo, estamos hablando del fin del mundo, joven, está bien que tenga apetito, pero no se me distraiga, caramba.
Le decía que antes los fines del mundo eran algo como la gente, le decían que el martes que viene se acababa todo porque iba a pasar el cometa González y nos iba a achicharrar como a los microbios esos que vienen en la carne cruda y que el mar se iba a evaporar y todos nos íbamos a morir cuando grandes bolas de fuego cayeran del cielo y aparte iban a explotar los volcanes mientras había terremotos, inundaciones, huracanes, ataques de Godzilla y monjas en motocicleta. Lo que se dice un señor fin del mundo, uno de esos que hacen que la gente entre en pánico y ande a los gritos en paños menores y compre latas de tomates. No faltaban esos que siempre quieren estar un paso adelante de todos y se mataban , de puro ansiosos, nomás.
Pero ahora con qué nos vienen. Que el calentamiento global, que al final no resultó tan calentamiento y para no quedar tanto como paparulos le cambiaron el nombre a cambio climatico, nos va a matar en cincuenta o trescientos años. Que la contaminación de no se qué va a terminar con el planeta dentro de no se cuántas décadas, eso no es un fin el mundo, jovencito, eso es un cuento de viejas, mire si me voy a andar asustando de algo que va a pasar en muchicientos años, justo yo, que no puedo conseguir un crédito para cambiar la heladera porque me dicen que no voy a terminar de pagarlo. Me lo dicen jovencitos como usted, mocosos insolentes, ya van a ver cuando tengan mi edad y no les quieran dar un préstamo para comprar un miserable caballo para comer. No, yo no como caballos, ¿por qué me pregunta eso? ¿Se siente bien, joven?
Porque aparte no dicen, qué se yo, "en mayo de tal año sonamos". Así por lo menos en abril de ese año salimos a romper vidrieras y a gritar un poco. No, es algo como "si las cosas siguen así, más o menos en unos cien años, o algo así, puede ser que las cosas se pongan un poco feas". ¿Se acuerda del agujero de la capa de ozono? ¿Que nos íbamos a cocinar vuelta y vuelta? ¿No se acuerda? Oiga, usted me preocupa, jovencito, no se puede vivir tan desinformado. Mire que por ahí viene el fin del mundo y usted ni se entera.
Hablando de eso, antes el fin del mundo era otra cosa, ¿sabe?. El último fin del mundo más o menos decente fue en el año dos mil, ¿se acuerda? Decían que todo lo que andaba a pilas o se enchufaba se iba a romper y usted no iba a tener más plata en el banco y se le iba a caer un avión en la cabeza y todos los semáforos se iban a poner violetas, y la cafetera eléctrica le iba a explotar y la tele iba a pasar todo el día novelas con Alberto de Mendoza. Algo así, decían. Yo tengo un cuñado que en aquella época trabajaba con computadoras y esas cosas y estaba como loco, se compró como doscientos litros de agua mineral y se encerró en la casa porque decía que la gente se iba a volver loca y todos iban a andar a los tiros. Yo un poco me contagié y compré mucha agua mineral, también.
Al final no pasó nada, creo que nada más hubo una viejita jubilada en Australia que le faltaron diez dólares del banco, o algo, pero vaya usted a saber, vio como son los viejos que se olvidan de todo, a lo mejor ya se los había gastado y no se acordaba. A mí eso no me hubiera pasado porque la plata no la pongo en el banco, me dan desconfianza los bancos. Lo que sí es que después me la pasé tomando agua mineral, y me hacía el tecito con agua mineral, y me lavaba las patas con agua mineral, también, como hacen los ricos. Bueno, no se, no conozco a ningún rico, pero seguro que se lavan las patas con agua mineral. Sí, joven ya sé que no se dice patas. Se dice pieses.