El síndrome de la cama vacía: exitosa en el trabajo y frustrada en el sexo
ÁLVARO CELORIO Madrid 12 may. 2018 04:04
Obra del pintor Edward Hopper: 'Sol de mañana'
- De la creencia de que la familia es el ideal de la felicidad, llega esta sensación de desprotección que afecta sobre todo a las mujeres: el desasosiego de las sábanas en soledad
La publicidad ha hecho mucho daño. No sólo porque haya fomentado preguntas sin sentido -no, Isabel Coixet, las nubes no huelen a nada-, sino porque también genera en el público necesidades artificiales, estereotipos... y mucha frustración.
Mujer, treinta y tantos años. Con carrera y máster -sí, de verdad-. Exitosa en el trabajo, desafortunada en el amor. Parece un retrato robot y, en cierta forma, lo es: se trata del perfil más habitual de quien sufre el síndrome de la cama vacía.
Para quienes no estén familiarizados con el término, esta patología hace referencia a la sensación de desprotección, tristeza o soledad que sienten algunas mujeres cuando duermen solas en la cama. Una especie de nostalgia del hecho de estar emparejada.
¿Y por qué ha hecho tanto daño la publicidad -aunque en esto nada tiene que ver Isabel Coixet-? Porque, junto a otros medios como la literatura o el cine, ayuda a promover el estereotipo de que la mujer, para ser feliz, ha de compartir sus sábanas con otra persona. Y aunque todo en la vida vaya bien, ese bache en los asuntos de la concupiscencia genera una continua sensación de frustración y malestar que empaña los éxitos en el resto de ámbitos.
"Esta tendencia está cada vez más extendida y se transmite de padres hijos y, sobre todo, de madres a hijas", explica la psicoterapeuta Vanessa Rodríguez, directora de Coaching Club, una consulta especializada en apoyo a personas con esta clase de problemáticas. "Muchas mujeres entre los 30 y 40 años, independientemente de sus logros profesionales o intelectuales, sienten el impulso y la necesidad de estar en pareja y de formar una familia", cuenta.
Esto se debe a la creencia extendida de que la familia es la consecución de ese ideal de felicidad, mientras que la soltería es un castigo que aboca a una «existencia incompleta». Es a causa de esta presión social, familiar y cultural por lo que, habitualmente, estas mujeres se lanzan hacia una relación sentimental aunque no quieran. Sólo para evitar el sentimiento de soledad y fingir la plenitud vital.
Tal y como cuenta Rodríguez, la raíz se encuentra en los "pensamientos intrusivos y desestabilizadores" que padecen quienes se enfrentan a este síndrome. "¿Soy muy selectiva? ¿Me ven tan independiente que se asustan? ¿Por qué no soy la elegida y siempre son las demás?, son preguntas que se hacen de forma recurrente a lo largo del día". Es decir, que las mujeres sienten que no son demasiado buenas o que su actitud asusta a los hombres. Inseguridad propia derivada de una sociedad machista.
Aunque no se puede afirmar con total seguridad que las mujeres son las únicas que se ven afectadas por esta enfermedad «no hay ninguna estadística que lo confirme», sí que puede observarse, de acuerdo con la psicoterapeuta, que las mujeres son más proclives a contarlo. "Están más inclinadas a hablar de lo que les sucede y a solicitar ayuda para resolver aquellos problemas que las desestabilizan emocionalmente"
"Las mujeres tenemos por delante un reto y una responsabilidad", asegura la psicoterapeuta. "Hemos de desafiar las creencias establecidas y los estereotipos que nos muestran un camino inadecuado. El equilibrio no está en hacer lo que se espera de nosotros".
Aunque se aconseja que el tratamiento esté acompañado de un profesional, la clave principal es entender que la soltería no es ningún mal divino, sino "una situación natural y saludable en la vida". Repensar lo que significa la soltería, romper con la rutina y, sobre todo, descubrir cuáles son realmente las necesidades y deseos verdaderos. No los que imponga la cultura o la publicidad. Para esto último, mejor hacer zapping.
Hopper, el pintor de la soledad femenina
El pintor estadounidense Edward Hopper, autor del cuadro que ilustra este artículo ('Sol de mañana', de 1952), es conocido por su maestría a la hora de mostrar la soledad. En general, pero también de forma particular, pues muchos de sus cuadros se centran en mujeres que viajan y duermen solas, como es el caso de 'Habitación de hotel', en el que una mujer está sentada sobre una cama y sostiene un libro, o bien 'Mañana en una ciudad', en el que una mujer desnuda mira por la ventana.
http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/05/12/5af56ee6ca47411e308b45ab.html
Percibo una doble vara de medir en lo que podría ser un artículo interesante sobre un problema de la mujer empoderada.
Para el hombre, está mal tanto no tener sexo como tenerlo: si no tiene pareja es un incel, nunca follista, odia a las mujeres, etc. Si folla mucho es un opresor falocéntrico patriarcal; también machismo.
Para la mujer, está mal tanto no tener sexo como tenerlo: si no está emparejada es porque los hombres le tienen miedo y se siente insegura por la sociedad machista, etc. Si folla mucho y le llaman o se siente puta; también machismo.
Resumen: Todo es machismo.
- hombre no folla: machismo.
- hombre folla mucho: machismo.
- mujer no folla: machismo.
- mujer folla mucho: machismo
¿Cuál es el propósito de endosar a los hombres la responsabilidad de cualquier cosa desagradable en la vida de las mujeres?
Si alguien se ofrece a aportar su opinión de manera civilizada y respetuosa por favor que lo haga puesto que se trata de un debate aunque lo haya etiquetado como Sexo tal como viene clasificado en El Mundo.